Mostrando entradas con la etiqueta Aceptar. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Aceptar. Mostrar todas las entradas

La aceptación, el regalo de aprender y agradecer

 

Me ven de lejos, no soy de las reconocen a la primera, soy más bien a la que evaden con más frecuencia, ¿por qué? porque no se atreven a conocerme, y si lo hicieran, la vida fluiría a través de cada ser.

Por alguna razón creen que la vida es una lucha, que hay que batallar con ella, que es difícil, que para conseguir algo el camino es cuesta arriba, que hace falta sacrificio, que tarde o temprano tendrás tu recompensa, y cuando no llega en el tiempo que esperas, lo primero que salta a tu cabeza es que no lo mereces, que no has hecho suficiente… ah! si supieras que en mí está la respuesta, yo soy el atajo por donde la vida fluye, yo soy la aceptación.

Vengo de la dicha de la pausa, subestimada en este mundo donde lo inmediato es más valorado, vengo de la hoguera lenta donde vacías agua y azúcar para hacer miel, esa pausa, es la que te permite observar los eventos y situaciones de tu vida, si no hay pausa, no me vas a encontrar, si corres en busca de una solución inmediata a lo que te agobia, no voy a estar ahí.

La tristeza arrasa y crea mi ser


La tristeza nos ayuda a mirar hacia adentro, a ser introspectivas y nos viene a decir que debemos revisar algo. ¿Pero, qué es lo que debemos revisar cuando la tristeza se apodera de nosotras? ¿Qué podemos aprender de ella?

Cuando a mediados de marzo decretaron en España la alerta sanitaria, comenzamos el estado de alarma, no era consciente de la envergadura de lo que iba a venir, en ese momento pensé que serían unas semanas de confinamiento, de estar aislada de contacto social físico, y que poco a poco retomaríamos la “normalidad”, pero la realidad no fue esa.

Lo que pasó fue que iban pasando los días, y cada noticia era peor que la anterior, no podíamos hacer nada, sólo quedarnos en casa para protegernos y proteger a los demás. Si cuando empezó 2020 me hubiesen dicho lo que íbamos a vivir, probablemente no lo hubiese creído.

La tristeza es minimalista



Llevo toda la vida huyendo de la tristeza… Es más:

          👉Ni me permitía estar triste
          👉Ni se lo permitía a los demás
          👉Ni me gustaba estar con gente triste
          👉Ni me parecía buena idea transitar esa emoción

¿Sentía tristeza? Seguro que en muchos momentos… Pero impedía que aflorase y se me fue quedando dentro.

Sin embargo, una cosa curiosa, aunque no me gustaba la tristeza ni la gente triste, tenía cierta tendencia a rodearme de este tipo de gente a quienes intentaba salvar constantemente.

Ahora entiendo que detrás de esa actitud había una tremenda necesidad de salvarme a mí misma.

La antagonista de tu vida



Seguramente has llegado a escuchar la típica frase de “sé la protagonista de tu vida y no te quedes como espectadora”, pero ¿cómo ser la protagonista cuando la antagonista tiene más lineas en el guión?

La antagonista es esa tú, que no solo le asignaron más escenas en el rol de tu vida, sino que además le encanta robarse tu ángulo favorito y quedarse con la mejor posición para que le dé la luz.

Es esa adversaria que le gusta sabotear cada plan que tienes, cada nueva propuesta, cada nuevo proyecto, incluso hasta le pone fecha de caducidad a los tiempos de felicidad.

Esta otra tú, que muchas veces has confundido con la verdadera tú, le encanta ser evasiva, mentirosa, dramática, ansiosa, imprudente, controladora y hasta intransigente.

Recuperar la autoestima después de la ruptura


Este año me voy a dedicar a crear contenido enfocado en la pareja y más específicamente en reconstruirte después de una ruptura de pareja y preparar tu corazón para un nuevo amor, y lo pudiste ver en el primer post de esta serie titulado Recomenzar la vida afectiva.

Si estás abriendo la newsletter que te envío mensualmente, ya te habrás enterado de ello antes de haber leído este post y además estarás disfrutando de la reflexión que estoy realizando exclusivamente para suscriptoras.

Así que como voy a hablar sobre reconstruirte después de una relación, por supuesto que el tema de autoestima es uno de los primeros temas que se deben abordar.

Carta de amor a mi cuerpo



Querido cuerpo, ya han pasado casi cuatro décadas y no había tenido tiempo para escribirte una carta y agradecerte por este recorrido, por acompañarme en este camino que se llama vida y ser un perfecto respaldo de emociones y sentimientos.

Ese amoroso lenguaje que tienes para comunicarte conmigo y que yo siempre he interpretado como dolor y malestar, es el que me ha hecho saber que tienes vida propia y que me hablas por medio de la energía que se te ha otorgado, indicándome cuando las cosas van bien o cuando algo anda mal.

Perdóname las veces que te he callado con una pastilla y no me he detenido a escucharte, disculpa los momentos en los que te he llevado al exceso por no dormir o no comer o creer que funcionarías mejor con algún antídoto que tu fácilmente sabes producir.

Lo agotador que es vivir de la aprobación



Buscamos ser aprobadas porque desde pequeñas lo hacíamos, como no te percibías a ti misma, lo hacías a través de tus padres (o los responsables de tu crianza) que eran como un espejo del “yo”, y si notabas que ellos hacían buena cara a partir de tu proceder, algo dentro de ti sentía la aprobación de esos actos; y si veías que habían cosas que los hacía enojar, estabas al tanto de tu mal comportamiento y por ende de su desaprobación; pero si todo el tiempo ellos estaban enojados, te regañaban, te cuestionaban, te exigían y además eran muy demandantes, concebiste entonces que no eran tus actos los que estaban mal, sino tú.

A raíz de esto introdujiste en tu creencia de vida que no bastaba con ser tú, por lo que siempre tuviste que hacer cosas extras para sentirte amada, aprobada, aceptada.

Si tu historia se parece a lo antes descrito o al menos toca algunos rasgos, has generado en ti la creencia de que siempre tienes que hacer algo más para que te quieran, y si no haces lo que el otro dice, tienes la certeza de que te van a desaprobar.

Cuando el desamor propio nos delata



Creemos que no se nota, estamos seguras que nadie se va a dar cuenta, es que es imposible que alguien lo llegue a percibir, mucho menos cuando tenemos una buena casa, una profesión, vamos a buenos restaurantes, viajamos y además cambiamos de carro constantemente, detrás de toda esa parafernalia, nadie puede darse cuenta de nuestro poco amor propio, nadie sabe de ese sentimiento de inadecuación que siempre te invade o lo poco atractiva que suele ser tu imagen frente al espejo.

Pero ocurre que el amor propio no es para nada ruidoso, así que ni creas que esas actitudes fanfarronas y arrogantes te ponen por encima o tapan lo que no se nota, al contrario, son señales de baja autoestima e inseguridad que siempre te delatan, le gritan al mundo lo enojada que estás con quien eres y la persecución que llevas contigo misma, porque cuando nos vinculamos le proyectamos a otros aquello que creemos que merecemos, y aunque no lo creas, nuestros actos comunican falta de respeto, falta de límites y desvalorización.

Un cambio de personalidad



Soy una absoluta creyente del cambio, sé que no tenemos la misma personalidad hoy que hace veinte años o diez años o diez días, esto es parte del proceso evolutivo, pero ocurre tan lentamente que no podemos reconocer que no somos hoy las mismas personas de ayer, así que cuando alguien habla de ti haciendo referencia al pasado o cuando tiene una concepción tuya a partir de lo que hiciste hace un par de años, déjame decirte que esa persona ya no te conoce más.

Mientras avanza la edad la personalidad va cambiando, pasan los años y las personas afianzan su estabilidad emocional, su autocontrol, su amabilidad e incluso la apertura hacia nuevas experiencias, la aventura no es una característica exclusiva de la juventud, un cambio de personalidad puede impulsarte a vivir la vida de otra manera y desde otros lugares.

Cómo la gente te ve



Es cierto, a donde quiera que vayamos o donde sea que nos encontremos siempre estaremos rodeados de personas que nos amen y personas que nos detesten, y esto ocurre porque todos tenemos una percepción distinta de la vida, estarán los que noten tus lados buenos, y otros, los no tan buenos; porque si hay algo de lo que debemos estar seguros, es que nuestras partes oscuras existen y muchas veces salen a relucir y hay algunos que las notan y otros que no las perciben, tal vez porque aquel que se fijó o identificó con tus partes lumínicas no tuvo la necesidad de profundizar para descubrir aquellos lugares tuyos en los que no iluminas tanto desde tu personalidad y tu forma de enfrentar la vida.

Cuando alguien te comienza a distinguir desde tus lados oscuros, es difícil que llegue a conectarse con tus partes buenas, estas personas se quedan con una sola percepción y comienzan a enviarnos mensajes que lo más probable es que rechacemos y hasta nos pongamos en el papel de victimas de sus desagravios como un mecanismo de defensa propia y tomemos esa actitud como una condena, pero si comprendes que en muchas oportunidades las personas que forman parte de nuestras vidas pueden ver cosas de nosotros de las que quizás hasta ahora ni nosotros mismos nos hemos visto, y puede incluso que resultemos ser un espejo en el que el otro va descubriendo sus lados no tan buenos, entonces sabrás que cada persona vino a ti para hacerte ver partes tuyas muy intrínsecas, a través de lo que el otro te muestra y de lo que ti percibe.

El día que te aceptas


Muchas veces olvidamos lo valiosas que somos debido a experiencias o declaraciones erróneas que terminan distorsionando nuestra esencia verdadera, cuando elaboras imágenes de ti en distintas escenas de la vida, puede que en muchas te descartes como un ser valioso a partir del concepto equivocado que alguien tuvo de ti y te lo hizo saber sin cautela ni empatía, y lamentablemente lo acogiste como una creencia personal y decidiste llevarlo arraigado a lo que piensas de ti y a tu concepto de la vida.


¿En qué momento del vivir nos perdimos de nosotros mismos? Las experiencias duras nos preparaban para llegar a la etapa plena de nuestro crecimiento como seres humanos, pero sucede que a las dificultades en vez de tomarlas como oportunidades, las vemos como castigo, entonces en vez de tomar esos episodios para amarnos y cuidarnos y acercarnos a nosotros mismos, lo que hacemos es que nos abandonamos y nos alejamos de quienes somos, y en vez de enriquecernos, nos vamos escaseando de amor propio, dignidad y auto respeto.

Los hijos: compañeros de la vida



Ser padres es uno de los mejores roles que podemos asumir en la vida, un hijo es la mejor persona que podemos llegar a conocer. Cuando nos convertimos en mamas desbordamos el amor que no sabíamos llevábamos dentro y se lo entregamos a un pequeño ser indefenso dependiente de nuestros cuidados, le añadimos un cariño exagerado a esa deliciosa criatura que enternece nuestra nueva sublime forma de ver la vida. Nos olvidamos por un rato de nosotras y nos entregamos a esa vigilia forzada, a ese adorable caos en el que se nos convierten los días. La abnegación es una actitud permanente que adoptamos con valentía, el llanto es un alerta de amor y nuestros pechos agrietados nos cuentan que el alimento ha sido entregado a esta personita que Dios nos ha prestado.

Como bien lo dijo José Saramago: "Hijo es un ser que Dios nos prestó para hacer un curso intensivo de cómo amar a alguien más que a nosotros mismos...", y aunque en nuestras manos esté la majestuosa responsabilidad de educarlos y guiarlos, no somos sus dueños, no son nuestra propiedad, están con nosotros para enseñarlos a volar, son compañeros de vida que muchas veces nos vienen a dar grandes lecciones, pero nos creemos tan superiores que cuando emiten algún juicio o se comportan de cierta manera, creemos tener sobre ellos la potestad de definir su personalidad desde lo que somos y no desde lo que ellos pretender ser.