Mostrando entradas con la etiqueta Cambio. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Cambio. Mostrar todas las entradas

La tristeza arrasa y crea mi ser


La tristeza nos ayuda a mirar hacia adentro, a ser introspectivas y nos viene a decir que debemos revisar algo. ¿Pero, qué es lo que debemos revisar cuando la tristeza se apodera de nosotras? ¿Qué podemos aprender de ella?

Cuando a mediados de marzo decretaron en España la alerta sanitaria, comenzamos el estado de alarma, no era consciente de la envergadura de lo que iba a venir, en ese momento pensé que serían unas semanas de confinamiento, de estar aislada de contacto social físico, y que poco a poco retomaríamos la “normalidad”, pero la realidad no fue esa.

Lo que pasó fue que iban pasando los días, y cada noticia era peor que la anterior, no podíamos hacer nada, sólo quedarnos en casa para protegernos y proteger a los demás. Si cuando empezó 2020 me hubiesen dicho lo que íbamos a vivir, probablemente no lo hubiese creído.

Cuando la tristeza invade nuestra vida

Por motivos laborales he estado en contacto directo con el Coronavirus, con las consecuencias que tiene este virus sobre las personas… sobre el ser humano y su capacidad de superación.

Tanto enfermos como profesionales sanitarios hemos tenido que convivir diariamente con la tristeza.

Los enfermos, cuando entrabamos en el hospital, y teníamos que despedirnos de nuestros familiares en la puerta, sin saber si podríamos volver a verlos otra vez. Nos aislaban en una habitación, y solo entraba el personal estrictamente necesario para atendernos, personal que solo podrías entrever los ojos, ojos cargados de compasión y tristeza como la que sientes tú en ese momento.

En los peores momentos, en los que nos sentimos más vulnerables, es donde necesitamos el amor y cariño de los seres queridos, pero cuando no podemos acceder a ellos, y nos aíslan completamente de todo, nos embarga un sentimiento profundo de tristeza y soledad.

La tristeza es minimalista



Llevo toda la vida huyendo de la tristeza… Es más:

          👉Ni me permitía estar triste
          👉Ni se lo permitía a los demás
          👉Ni me gustaba estar con gente triste
          👉Ni me parecía buena idea transitar esa emoción

¿Sentía tristeza? Seguro que en muchos momentos… Pero impedía que aflorase y se me fue quedando dentro.

Sin embargo, una cosa curiosa, aunque no me gustaba la tristeza ni la gente triste, tenía cierta tendencia a rodearme de este tipo de gente a quienes intentaba salvar constantemente.

Ahora entiendo que detrás de esa actitud había una tremenda necesidad de salvarme a mí misma.

Un cambio de personalidad



Soy una absoluta creyente del cambio, sé que no tenemos la misma personalidad hoy que hace veinte años o diez años o diez días, esto es parte del proceso evolutivo, pero ocurre tan lentamente que no podemos reconocer que no somos hoy las mismas personas de ayer, así que cuando alguien habla de ti haciendo referencia al pasado o cuando tiene una concepción tuya a partir de lo que hiciste hace un par de años, déjame decirte que esa persona ya no te conoce más.

Mientras avanza la edad la personalidad va cambiando, pasan los años y las personas afianzan su estabilidad emocional, su autocontrol, su amabilidad e incluso la apertura hacia nuevas experiencias, la aventura no es una característica exclusiva de la juventud, un cambio de personalidad puede impulsarte a vivir la vida de otra manera y desde otros lugares.

Balance de fin de año


Todos hemos tenido años buenos y otros no tan buenos, de hecho llegamos a catalogar a los años de acuerdo a los acontecimientos importantes, podemos decir que el “dos mil tal” fue el de los grandes logros o que el “dos mil cual” fue el más difícil de todos, quizás terminando la primera década del siglo tuvimos gran prosperidad o padecimos muchos sufrimientos, lo cierto es que a los años le ponemos nombres y hacemos referencia de ellos cuando queremos recordar algunos sucesos, así que desde ya voy a etiquetar a este año como el año del cambio, el desapego y el desprendimiento.


Culminan estos 365 días y es como imposible no hacer un balance y reflexionar un poco sobre lo que se ha logrado y se ha dejado atrás, empezamos a verificar qué tanto nos hemos cumplido y qué sueños dejamos de soñar, particularmente este ha sido un año muy distinto para mi, con situaciones que en nada se han parecido a mi vida entera, un año que me ha mostrado el cambio como ningún otro lo ha hecho, y a pesar de que esté culminando, no lo siento como tal, porque precisamente el cambio me hace ver todo como un comienzo y no como un final.

Las mudanzas internas


Nos mudamos de casa, cambiamos de trabajo, nos fuimos del país, nos desapegamos de nuestros hijos, pero… ¿ocurrió realmente todo eso en nuestro interior? Metimos todo en la maleta y pretendemos que se nos olvidó empacar los sentimientos, y aunque nos cambiemos el nombre la historia no se borra de adentro, tenemos un nuevo sitio y un nuevo status, pero los recuerdos permanecen intactos, las dinámicas redundan y los límites emocionales no conocen de límites fronterizos.
Podemos hacer trámites administrativos, pagar las deudas, solventar problemas legales, pero adentro hay algo más allá de lo financiero y social, no nos damos cuenta que muy en lo profundo de nuestro ser hay preguntas que necesitan respuestas, tristezas que aún no se lloran, rencores que aún no se sanan y alguna esperanza que es preciso conservar.

Extrañarse a uno mismo



En estos días me ha dado por recorrer mi historia y rememorar mis vivencias, verme en distintos lugares a través de fotos y reconocerme en esa sonrisa abierta, en esa mirada quizás ingenua, en esos tiempos en los que anhelaba ser lo que soy ahora sin imaginar que tanto he cambiado, soy tan diferente a la de hace diez años, incluso a la de hace un año o a la de hace cuatro meses, de hecho seré diferente una vez que culmine de escribir lo que ahora lees, ya que soy de esas personas que aprovecha la escritura para limpiarse, para exiliarse de la indiferencia y para encontrarse con lo nuevo, utilizo las emociones para mover cosas en mi interior y para organizar mis sentimientos.


Cuando uno se ve a sí mismo en el pasado, cuando uno se recuerda al lado de las personas que ya se fueron, en realidad uno no extraña a nadie, uno se extraña a sí mismo en esos escenarios, en esos contextos, las personas te hacen ver cosas que no veías, y cuando no están, te sientes ausente de ti (la ausencia de otro remarca nuestra propia ausencia), ausente de lo que otros te brindaron, de lo que te hicieron ver, apagas entonces tu casa como si la felicidad viniera de afuera, y ocurre que cuando las personas han estado, durante su permanencia has encendido la luz de tu casa interna.