El viaje hacia la sanación
Hace unos años atrás inicié un recorrido que tenía un principio, pero no tenía certeza del final. No sabía cuánto tiempo me llevaría, ni hacia dónde iría, solo decidí empezar el camino con la idea de sentirme diferente, de crecer, de encontrarme en algún punto del destino final.
Al iniciar esta trayectoria, en lo que pensaba era en descubrirme, andaba buscando respuestas a preguntas que daban vuelta en mi cabeza día y noche, incluso llegué a la línea de salida pretendiendo reclamar lo que según yo tenía en falta, lo que no me habían dado, aquello que me hacía una mujer incompleta.
En ese momento mi mundo era como una pintura abstracta, llena de colores, formas, objetivos, puntos de vista en donde muchos tenían sus opiniones y perspectivas, pero al estar inmersa dentro de esa pintura no había forma de encontrar orden, de encontrar salida, de poder verme reflejada en el espejo. Me sentía llena de todo y al mismo tiempo de nada, me sentía agotada, paralizada y obviamente con los ojos cerrados para no ver lo que estaba a mi alrededor.
La experiencia de ser madre
Ser madre puede ser la experiencia más feliz y también más dolorosa que una mujer pueda experimentar.
Desde chica nos acondicionan con la doctrina de que las mujeres debemos ser flacas, lindas y casarnos con un hombre que nos pueda mantener, mientras nosotras nos quedamos en la casa cuidando y criando nuestros hijos. Y a pesar de que se oye muy lindo no puede estar más lejos de la realidad.
Cuando llegamos a ser adultos nos damos cuenta de que nuestra idea de una familia feliz y perfecta solo existe en cuentos y películas. Y ese mundo feliz y color de rosa que habíamos imaginado se derrumba frente a nuestros ojos.
La desilusión, frustración, la comparación, la envidia, el miedo, la culpa, el rechazo, por mencionar algunas emociones, se convierten en nuestras mejores aliadas. No hay un manual de instrucciones para ser mujer o para ser madre. Ser mujer no es nada fácil, pero ser madre es mucho más.
La pasión como emoción rectora de mi vida
“Es que se te ve
la energía con la que haces las cosas”, “Es que te entusiasmas tanto que te
desborda la emoción”.
De muchas cosas
que he escuchado, estas dos frases para mi definen la PASIÓN: ENERGÍA Y ENTUSIASMO
por lo que haces, por alguien o por algún ideal.
Energía que te
hace fluir a pasos agigantados y entusiasmo es porque “lleva un Dios dentro”
(en+theos en griego).
Así que dar
pasos con ese Dios interior que llevamos dentro es lo que para mí defino como
pasión.
Cuando me tocó escoger una de las emociones para escribir no dudé en escogerla porque me ha acompañado durante toda mi vida.
La aceptación, el regalo de aprender y agradecer
Me ven de lejos, no soy de las reconocen a
la primera, soy más bien a la que evaden con más frecuencia, ¿por qué? porque
no se atreven a conocerme, y si lo hicieran, la vida fluiría a través de cada
ser.
Por alguna razón creen que la vida es una
lucha, que hay que batallar con ella, que es difícil, que para conseguir algo
el camino es cuesta arriba, que hace falta sacrificio, que tarde o temprano tendrás
tu recompensa, y cuando no llega en el tiempo que esperas, lo primero que salta
a tu cabeza es que no lo mereces, que no has hecho suficiente… ah! si
supieras que en mí está la respuesta, yo soy el atajo por donde la vida fluye,
yo soy la aceptación.
Vengo de la dicha de la pausa, subestimada en este mundo donde lo inmediato es más valorado, vengo de la hoguera lenta donde vacías agua y azúcar para hacer miel, esa pausa, es la que te permite observar los eventos y situaciones de tu vida, si no hay pausa, no me vas a encontrar, si corres en busca de una solución inmediata a lo que te agobia, no voy a estar ahí.
El homúnculo de la ansiedad
Maura salió tan puntual como siempre a las 8 de la mañana en punto, como era su rutina, tomó su bolso, su monedero, sus llaves y su celular, dijo adiós a su gato y cerró la puerta detrás de sí. Caminando por el pasillo que la llevaba al garaje tropezó con una pequeña caja, se giró para recoger aquello que casi la hace caerse y vio que la caja estaba cerrada con una cuerda de yute y que tenía una tarjeta colgando que rezaba: “El Homúnculo de la Ansiedad – Para Maura”.
Una vez estuvo dentro de su auto, usó la llave de su casa como sierra para cortar la cuerda de yute que mantenía cerrado aquel cubo de cartón; cuando logró abrir, lo primero que encontró fue una hoja de cartulina blanca que tenía una especie de instrucciones o advertencias.
“Querida Maura, está usted en una edad estresante, ha sido muy disciplinada, centrada y correcta durante su vida; pero tememos que ha desarrollado ciertas actitudes que han llegado a la parte inconsciente de su cerebro, han sido tan recurrentes que su cerebro nos envió un encargo: Desarrollar Ansiedad.
La responsabilidad de vivir en valoración
He crecido en las pistas deportivas entrenando y midiendo mis propios ritmos y marcas hasta llegar al podio y dejar colgar una medalla en mi cuello, a eso se le llama valoración.
El deporte me hace sentir viva, es un vehículo para alcanzar el triunfo sin inseguridades, poniéndome a prueba, valorándome y admirando lo logrado.
Hoy quiero explicar el valor de las cosas, pero ¿que son las cosas? ¿Y que son los valores?
Esto me remonta al tiempo de los trueques, mucho antes de que existieran las monedas, cada quien le confería un valor a su artículo evaluando hasta qué punto podría cambiarlo por otro.
La fobia, acompañante silenciosa
Soy la fobia. Llego a interrumpir la
rutina, el ciclo natural de la vida, cuando crees
estar en control, tranquila, llego a desestabilizarte, a remover el suelo por
el que pisas, soy yo, la fobia y hoy vengo a contarte un poco de mi.
Vivo escondida
en lo más profundo de tu ser, pero sólo necesito un pequeño estímulo para salir
a flote, tratas de disimularme pero seamos honestas, tú
y yo sabemos que no puedes, así que has tenido que aprender a convivir conmigo,
quién diría que las cosas que parecen tan rutinarias como conversar con
personas, sobre todo las que no comparten tus mismos criterios y te juzgan, te
harían transpirar, sentir escalofríos y hasta náuseas, quién podría comprender
mejor que tú, que sólo un patrón de agujeros te haga arrugar la cara, tensar
los hombros y desviar la mirada porque se te hace insoportable.
Todos hablan de la alegría, el temor, la rabia, la sorpresa, todas tienen un lugar en las historias de la gente, en el cine, la radio y la televisión tal cual estrellas de cine, pero yo, la fobia, quedo relegada a la silla del psiquiatra, uno de los pocos que se atreve a hablar de mí abiertamente, ¿Será que los demás me tienen Fobia? Que no pase desapercibida la ironía.
Invoca el poder de la valentía
Durante muchos años de mi vida me pregunté ¿qué
era ser valiente?
No sé realmente cómo se depositó en mi
interior esta idea, pero desde pequeña sospeché siempre que ser valiente
implicaba realizar grandes proezas...
No a modo de ser la heroína de
ninguna súper historia, pero sí requería hacer actos prosaicos, enormes y transformadores.
Siento que de niños todos soñamos en
grande, queremos cambiar el mundo de alguna manera... Y para hacerlo, sabemos
instintivamente que necesitaremos a la valentía como uno de los ingredientes
mágicos de la fórmula.
(¿Era esa la sustancia 'X' que el Profesor
Utonio utilizó para crear a las chicas súperpoderosas?)
Paréntesis caricaturesco aparte, la vida fue pasando, y el mundo que alguna vez era infinito, se fue empequeñeciendo en las labores cotidianas.
Mi amiga la culpa
Hace algún tiempo tuve una amiga, se llamaba culpa, ella era la viva imagen de esta emoción, olía a culpa e irradiaba culpa por doquier. Cuando la conocí, era una mujer radiante, hermosa, un alma encantadora, con un cuerpo que cualquier hombre quería presumir, como territorio conquistado.
Tenía 16 cuando, cansada del desamor de su
familia disfuncional, se dejó convencer por esa estafa llamada matrimonio, deslumbrada
por la experiencia y los encantos de alguien que le doblaba los años, y que la
sacó del mercado de las oportunidades, convirtiendo su primavera en un uniforme
de empleada doméstica.
El idilio de amor duró un suspiro y la vida de
casados era una condena de casa por cárcel, pero con hijos. Se le venció muy
rápido el tiempo para soñar y entonces empezó a usar sueños prestados.
Su belleza y simpatía no se fueron después de dos niños, al contrario, se acentuaron más y la convirtieron en un imán de hombres jóvenes que quisieron demostrarle que existía la libertad, el amor sin reglas y las discotecas.
Mi nombre es libertad
Mi nombre es Libertad
Soy anhelada por muchos y alcanzada por
pocos.
Estoy en el corazón de toda la humanidad,
pero no todos lo saben. No son capaces de verme. Se la pasan buscándome en
fiestas en la playa, deportes extremos, orgasmos de fuego y viajes de ilusión,
pero sus brújulas están rotas, no se dan cuenta que el único camino para llegar
a mi hogar es la introspección.
Estoy segura que tú también me has buscado
afuera. Quizás me buscaste en sueños o en realidades inventadas. En trabajos
esporádicos que te dejaban “tiempo libre”, en el llanto amargo después de una
conversación, en caminatas desesperadas o en el pastel que dejaste en el
refrigerador.
Tomaste rutas vacías. Allí no me encontrarás.
Algunos despilfarran un montón de dinero para verme y reconocerme en todo esplendor. Muchos han optado por grandes batallas y han dejado su vida por mí. Han luchado inalcanzablemente por rescatar a su pueblo de las opresiones y disfrutar de mi presencia… puede que haya servido en su momento, pero esas vías han quedado obsoletas.
Mi amigo el pánico
Ahí estás otra vez hoy mi querido Pánico, hoy siento tu sensación, me viniste a acompañar esta mañana.
El optimismo me ha enseñado a vivir
¿Qué es la emoción del Optimismo para mí? ¿Por qué soy Optimista? ¿Cómo vivo yo el Optimismo? ¿Por qué considero que el Optimismo es la mejor actitud y emoción para vivir una vida plena y feliz?
Cuando me preguntan cómo me defino, suelo decir que soy una persona Optimista, positiva, alegre y con muchas ganas de vivir y aprender cosas nuevas, de conocer a personas que me aporten, que me sumen, que ayuden a crecer personal y profesionalmente.
Personas a las que admiro y que despiertan mi curiosidad, y creatividad como lo hace Eliana. ¡Gracias Eliana por ser una fuente constante de inspiración para mí y para muchas personas que estamos siguiendo todo lo que haces!
También digo que me encanta tener una visión de la vida Optimista, que esa es la mejor manera de ver, sentir y vivir la vida para mí. ¡Qué el Optimismo me ha enseñado a vivir plena y feliz!
El alma del placer
Tuve la dicha de encontrarme con el mundo de las emociones y ha sido el regalo de la vida, y lo mejor de todo es entender que no hay emociones buenas ni malas, son solo emociones, a las que abrazo porque son parte de lo que soy.
Al ingresar al paraíso de las emociones descubrí que por muchos años viví bajo la sombra de “abandono propio”, vivía en función de quedar bien con quienes me rodean y hacer lo que yo pensaba que era correcto y necesario para los demás.
Trabajo, mucho trabajo y hoy en día sigo trabajando y la razón de esto, aunque ya no significa un esfuerzo, es porque entendí que soy el mejor proyecto de vida que tengo, soy en quien debo poner mi atención y mi energía. Soy mi proyecto eterno a quien puedo dedicar cada emoción sentida.
El asombro me tomó de sorpresa
Cuando Eliana me
propuso escribir para este proyecto en su blog me emocionó mucho la idea de
poder compartir un pedacito de mis emociones a través de este escrito.
Fueron muchos los
días, semanas y meses que dediqué a pensar en qué podría relatar entre líneas,
finalmente lo tenía, empecé a escribir, estaba inspirada sobre la emoción que
yo misma había elegido, unos días antes de la entrega del relato sentí un
impulso de leer el primer correo de invitación que nos había enviado y cual fue
mi asombro al darme cuenta que la emoción que yo había elegido era el “asombro”
y no la “curiosidad” que era la emoción sobre la cual había estado
reflexionando los meses anteriores.
En ese instante
entré en pánico, se me aceleró el pulso, empecé a sudar frío y la mente empezó
a trabajar a toda máquina. No lo podía creer, cómo había podido confundir estas
dos emociones, “son tan distintas” pensé. Estaba bloqueada, mis niveles de
sobre exigencia se elevaban y me sentía hasta un tanto apenada conmigo, con
Eliana y con las personas que leerían mi relato.
Había pasado mucho tiempo reflexionando sobre mi relación con la curiosidad y aquí estaba yo viviendo las consecuencias del asombro hacia mi confusión inicial.
Mujeres que emocionan
¿Sabías que cada año este blog le abre las puertas a nuevas invitadas para que plasmen sus letras?
La tristeza de mis reencuentros
Soy mujer, soy madre, soy esposa, soy hija, soy de todo un poco y al igual que tú, soy humana, así que no es raro que haya sentido la tristeza muchísimas veces desde que nací.
Crecí creyendo que la tristeza era una señal de debilidad, fui entrenada
para “hacerme la fuerte” y no solamente no dejar entrar esta emoción sino
espantarla con todas mis fuerzas.
Y así pasé los años sumergida en la lucha interna que resulta de vivir desde la incongruencia, es decir, pensar una cosa, sentir otra y hacer otra cosa.
Tristeza, muchas gracias por acompañar mi vida
La Tristeza, ¡Que emoción tan linda!
Cuando la integras en tu vida, como una emoción preparada para el recuerdo
de los bellos momentos, de aquellos que se guardan en el corazón, se parece mucho a la nostalgia.
La Tristeza, me permite rescatar seres queridos, vivencias, lugares,
olores, músicas, imágenes, sensaciones, momentos de felicidad y revivir.
Ella me deja volver a vivir con felicidad y agradecimiento al Universo, por sentir las experiencias en cada una de mis células, porque me hicieron crecer, avanzar y evolucionar. Simplemente, me hicieron sentir, que estaba viva.
La tristeza en la maternidad
La tristeza arrasa y crea mi ser
La tristeza nos ayuda a mirar hacia adentro, a ser introspectivas y nos viene a decir que debemos revisar algo. ¿Pero, qué es lo que debemos revisar cuando la tristeza se apodera de nosotras? ¿Qué podemos aprender de ella?
Cuando a mediados de marzo decretaron en España la alerta sanitaria, comenzamos el estado de alarma, no era consciente de la envergadura de lo que iba a venir, en ese momento pensé que serían unas semanas de confinamiento, de estar aislada de contacto social físico, y que poco a poco retomaríamos la “normalidad”, pero la realidad no fue esa.
Lo que pasó fue que iban pasando los días, y cada noticia era peor que la anterior, no podíamos hacer nada, sólo quedarnos en casa para protegernos y proteger a los demás. Si cuando empezó 2020 me hubiesen dicho lo que íbamos a vivir, probablemente no lo hubiese creído.