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Escritoras saliendo del closet



El proyecto de escritura creativa "De Escritoras a Autoras" lleva consigo varias frases que lo caracterizan como: "Alguien necesita leer lo que tú necesitas escribir", "Salir del letargo de la postergación" o el que nos convoca en este post "Escritoras saliendo del closet".


Y no me refiero a revelar nuestras preferencias sexuales, no no no, nada que ver, sino de asumir un compromiso público en donde todas vamos caminando, a paso de cebra, hacia un mismo objetivo: convertirnos en Escritoras Publicadas.

Este año me subiré al barco de la publicación de mi primer libro junto con todas aquellas escritoras que tengan tanto miedo como yo de hacerlo, pero que de igual forma quieren vivir la experiencia y al mismo tiempo no hacerlo solas.

Dar la cara y que te conozcan como escritora no es algo que se logra de la noche a la mañana, es por ello que en este proyecto de escritura creativa te propongo vivir a mi lado un proceso que poco a poco te hará salir de tu guarida, o mejor dicho, salir del closet.

La fobia, acompañante silenciosa

 


Soy la fobia. Llego a interrumpir la rutina, el ciclo natural de la vida, cuando crees estar en control, tranquila, llego a desestabilizarte, a remover el suelo por el que pisas, soy yo, la fobia y hoy vengo a contarte un poco de mi.

 

Vivo escondida en lo más profundo de tu ser, pero sólo necesito un pequeño estímulo para salir a flote, tratas de disimularme pero seamos honestas, tú y yo sabemos que no puedes, así que has tenido que aprender a convivir conmigo, quién diría que las cosas que parecen tan rutinarias como conversar con personas, sobre todo las que no comparten tus mismos criterios y te juzgan, te harían transpirar, sentir escalofríos y hasta náuseas, quién podría comprender mejor que tú, que sólo un patrón de agujeros te haga arrugar la cara, tensar los hombros y desviar la mirada porque se te hace insoportable.

 

Todos hablan de la alegría, el temor, la rabia, la sorpresa, todas tienen un lugar en las historias de la gente, en el cine, la radio y la televisión tal cual estrellas de cine, pero yo, la fobia, quedo relegada a la silla del psiquiatra, uno de los pocos que se atreve a hablar de mí abiertamente, ¿Será que los demás me tienen Fobia? Que no pase desapercibida la ironía.

Cuando la tristeza invade nuestra vida

Por motivos laborales he estado en contacto directo con el Coronavirus, con las consecuencias que tiene este virus sobre las personas… sobre el ser humano y su capacidad de superación.

Tanto enfermos como profesionales sanitarios hemos tenido que convivir diariamente con la tristeza.

Los enfermos, cuando entrabamos en el hospital, y teníamos que despedirnos de nuestros familiares en la puerta, sin saber si podríamos volver a verlos otra vez. Nos aislaban en una habitación, y solo entraba el personal estrictamente necesario para atendernos, personal que solo podrías entrever los ojos, ojos cargados de compasión y tristeza como la que sientes tú en ese momento.

En los peores momentos, en los que nos sentimos más vulnerables, es donde necesitamos el amor y cariño de los seres queridos, pero cuando no podemos acceder a ellos, y nos aíslan completamente de todo, nos embarga un sentimiento profundo de tristeza y soledad.

La antagonista de tu vida



Seguramente has llegado a escuchar la típica frase de “sé la protagonista de tu vida y no te quedes como espectadora”, pero ¿cómo ser la protagonista cuando la antagonista tiene más lineas en el guión?

La antagonista es esa tú, que no solo le asignaron más escenas en el rol de tu vida, sino que además le encanta robarse tu ángulo favorito y quedarse con la mejor posición para que le dé la luz.

Es esa adversaria que le gusta sabotear cada plan que tienes, cada nueva propuesta, cada nuevo proyecto, incluso hasta le pone fecha de caducidad a los tiempos de felicidad.

Esta otra tú, que muchas veces has confundido con la verdadera tú, le encanta ser evasiva, mentirosa, dramática, ansiosa, imprudente, controladora y hasta intransigente.

En busca de mi pareja interna



Siempre era yo, no podía verlo pero en todo momento fui yo, era el poco amor que me tenía manifestándose constantemente, llevándome hacia el despertar de mi consciencia. Es un espejo en donde a diario me veo pero en el que no me reconocía, mi proyector me hacía ver cosas de mi que no aceptaba, que no veía, pero yo lo único que hacía era rechazarme a mi misma al rechazarlo a él en todo momento.

Ahora lo tengo claro. Somos el espejo del otro. Mi pareja es mi espejo. Siempre estuve proyectando mis necesidades en el otro pero no lograba verlo. Ahora comprendo que no es su culpa sino mi responsabilidad. En realidad detesto la palabra culpa, es un patrón conductual que hacemos todos para dejar la pelota al otro lado de la cancha y no en el lado nuestro.

Así que por este trabajo de amor propio que he venido haciendo decidí ir en busca de mi pareja interna, pero siempre estaba el otro interponiéndose hasta que razoné y vi que en todo momento era yo quien ponía la barrera, y en esa búsqueda me di cuenta que mi pareja externa ha sido siempre un instrumento para el autoconocimiento y para  conocer e ir al encuentro de mi pareja interna.

El día que te aceptas


Muchas veces olvidamos lo valiosas que somos debido a experiencias o declaraciones erróneas que terminan distorsionando nuestra esencia verdadera, cuando elaboras imágenes de ti en distintas escenas de la vida, puede que en muchas te descartes como un ser valioso a partir del concepto equivocado que alguien tuvo de ti y te lo hizo saber sin cautela ni empatía, y lamentablemente lo acogiste como una creencia personal y decidiste llevarlo arraigado a lo que piensas de ti y a tu concepto de la vida.


¿En qué momento del vivir nos perdimos de nosotros mismos? Las experiencias duras nos preparaban para llegar a la etapa plena de nuestro crecimiento como seres humanos, pero sucede que a las dificultades en vez de tomarlas como oportunidades, las vemos como castigo, entonces en vez de tomar esos episodios para amarnos y cuidarnos y acercarnos a nosotros mismos, lo que hacemos es que nos abandonamos y nos alejamos de quienes somos, y en vez de enriquecernos, nos vamos escaseando de amor propio, dignidad y auto respeto.

Romper la rutina, abrir el camino



Un criterio de realidad me hizo escribir estas líneas, viendo los sueños inalcanzados desde la ventana de la añoranza por no haberse cumplido nunca, cuando aferrados a la comodidad se nos fue pasando la vida, cuando el cambio avecinó su llegada nos fuimos aterrando por adelantado y colocamos la predisposición para no romper la inercia de lo conocido, y nos negamos a dar un salto definitivo o hacer un cambio radical, así que hemos podido transcurrir esta vida perfectamente infelices y mantenernos allí por mucho tiempo, porque lo que no conocíamos nos asustaba más que aquellas circunstancias desgastadas que aún nos afectan y nos lastiman.

Tomar riesgos no es algo que le sea placentero a cualquiera, son muchos los que llegan al final de sus días sin haber vivido realmente porque siempre estuvieron vestidos de miedo, demasiado asustados para arriesgarse o para vivir una aventura y colocaron a la estabilidad como una prioridad tambaleante. Gente que no ha sido capaz de ir en contra de la cotidianidad rutinaria, que dejan ir oportunidades como si algún día llegarán en cambote, que no se atreven a probar nuevas comidas, usar otro tipo de color en la ropa, caminar por otras calles, dejar de planificar y por alguna vez improvisar.

Lo que la ansiedad nos dice



Vivimos un tiempo en el que es difícil relajarse, en el que estar en tensión y nervios es totalmente normal, días en los que anticiparnos al desastre es lo cotidiano y donde la preocupación siempre está activa aunque no existan motivos aparentes. Son tiempos de ansiedad en los que estamos inmersos, una emoción que pasó de ser útil a ser contraproducente y crear trastornos que se expresan en un estado de estrés constante, el cual trae como consecuencia agotamiento o irritabilidad, junto con una frecuente tristeza y desaliento asociados a la depresión.

¿Sabía que ese estado de decaimiento, desinterés y desánimo latentes es una de las primeras causas de discapacidad mundial? Los episodios depresivos que hemos llegado a tener son estados de ánimo en los que se apodera de nosotros una pesadumbre que denota rasgos de añoranza, pero llegamos a un punto en nuestra vida en el que no podemos sostener ni contener la tristeza, así que se desborda por medio de la ansiedad, volviéndose una lucha interna desgastante, agobiante y de batalla perdida.

Y si no tuviéramos miedo



¿Qué pasaría si no tuviéramos miedo? Si no viviéramos limitados por la ansiedad, el estrés o la tristeza, si fuésemos libres de pensamientos agobiantes, si la opinión de otro no fuese determinante, y si no tuviéramos miedo de ser auténticos, literales, espontáneos, decididos, capaces, valerosos, radicales, ¿qué podría ocurrir?

Y si fuésemos seguros de nosotros mismos, si tuviésemos la osadía suficiente para actuar o decir lo que pensamos sin la necesidad de herir a nadie, si fuésemos cautelosos con nuestras palabras para expresar asertivamente lo que nos acongoja o lo que no nos parece, si tomáramos en cuenta nuestras emociones, ¿y si no habría nada que esconder? Se imaginan que grandioso sería, tal vez ya no tendríamos que ser ni temerosos ni temerarios, ni víctimas ni victimarios.

Qué lástima el haber utilizado verbos dubitativos para estos dos primeros párrafos. Que certera será la vida cuando estemos conscientes que el miedo nos agrede energéticamente, que la impaciencia, la timidez, la crítica, la envidia, la rabia o los celos, son nuestros miedos manifestándose, enfrentándonos y confrontándonos, llevándonos de la mano hacia algún lugar que amerite el aprendizaje.