Cuando la tristeza invade nuestra vida

Por motivos laborales he estado en contacto directo con el Coronavirus, con las consecuencias que tiene este virus sobre las personas… sobre el ser humano y su capacidad de superación.

Tanto enfermos como profesionales sanitarios hemos tenido que convivir diariamente con la tristeza.

Los enfermos, cuando entrabamos en el hospital, y teníamos que despedirnos de nuestros familiares en la puerta, sin saber si podríamos volver a verlos otra vez. Nos aislaban en una habitación, y solo entraba el personal estrictamente necesario para atendernos, personal que solo podrías entrever los ojos, ojos cargados de compasión y tristeza como la que sientes tú en ese momento.

En los peores momentos, en los que nos sentimos más vulnerables, es donde necesitamos el amor y cariño de los seres queridos, pero cuando no podemos acceder a ellos, y nos aíslan completamente de todo, nos embarga un sentimiento profundo de tristeza y soledad.

Hay gente que se quedó por el camino de la recuperación, cansados de luchar por respirar y han muerto es la más absoluta soledad.

Los familiares de estas personas, tendrán que convivir siempre con la pena de no haberse podido despedir, de no haberles dicho por última vez cuántos los querían, a la espera de una llamada de teléfono del hospital informando de su fallecimiento, y que luego les llegarían las cenizas de su difunto, porque ni siquiera podrías despedirlo en un funeral. Y, ¿Cómo se gestiona esto a nivel emocional?


Es muy duro, sentimientos encontrados y todos a la misma vez hace que muchas veces creamos estar a punto de derrumbarnos. Pero yo cuando me encuentro en esta situación, pienso, si a mi madre, padre, tío, abuelo, hijo…. Quien haya perdido, quisiera verme de esta manera, por él y por mí, tengo que ser fuerte y sobreponerme, que la tristeza no domine mi vida.

Y los que nos hemos recuperado… somos otras personas, cuando te privan de cosas tan esenciales para ti, las valoras mucho más, un simple abrazo, una sonrisa o unas palabras cariñosas reconfortan el alma,  y eres tú quien, en momentos dolorosos para los demás, estás allí para reconfortar con tu presencia, porque sabes cuán importante y necesario era eso para ti.

Vuelves a salir a la luz del día con otra actitud, con otro espíritu, con miedo… pero con esperanza, esperanza en que todo cambie y las personas seamos más humanas.

En cuanto a los profesionales que hemos trabajado en contacto directo con personas enfermas o que fallecían… que hemos visto cómo se iban sin poder hacer nada para sanarlos, la impotencia y tristeza es abrumadora.

Al ver las consecuencias tan devastadores que esta enfermedad ocasiona en el paciente, a nivel físico y también emocional, se suma el miedo a ser contagiado tú y por tanto contagiar a la gente que quieres.

Muchos de nosotros nos hemos aislado voluntariamente de nuestras familias para protegerlas de posibles contagios, hemos dejado de ver a nuestros hijos, de abrazarlos y de besarlos.


Más que la carga de trabajo, para mí lo más duro ha sido la carga emocional, irte a casa llorando por la jornada laboral que has pasado, que se han muerto varias personas, y otros, al día siguiente cuando vuelvas a trabajar, posiblemente ya no estarán.

Y cómo gestionar esto cuando estás sola, es muy difícil, muchos de nosotros requerimos ayuda, la tristeza forma parte de nuestro día a día ahora, pero también la alegría y la esperanza.

Ahora mismo me tomo la libertad de estar triste, porque una lucha continua es agotadora, pero un día me levantaré, y todo volverá a ser como antes, volveré a abrazar a mi gente, volveremos a ver las sonrisas de la gente sin una mascarilla que las esconda y volveremos con más fuerza que nunca.

Todos tenemos derecho a sentirnos tristes, es más, yo me he sentido triste muchas veces y durante mucho tiempo.

Huimos de la tristeza porque la vemos negativa, cuando sentimos tristeza, rápido queremos que se vaya  para sentirnos mejor, más positivas. Y es verdad, la tristeza es un sentimiento que no gusta a nadie, pero a veces hace falta, no podemos ir saltando de alegría por la vida continuamente.

A veces incluso la tristeza sana, porque te hace reflexionar. Yo cuando estoy triste me pregunto el porqué de este sentimiento,  qué es lo que tengo que cambiar y qué es lo que me produce esta sensación.

Así que muchas veces es un aprendizaje, gracias a eso pasamos página o cambiamos de libro.

Usemos ese sentimiento, escuchemos lo que nuestro interior quiere decirnos, y actuemos cuando eso ocurra.


Es normal sentirse triste y  pasar de la alegría a la tristeza en un mismo día.

Hablo de la tristeza del día a día, no de la que nos ocurre ante la pérdida de un ser querido, una enfermedad o algo similar. Sino ese tipo de tristeza que no tiene motivo aparente pero que hace que nos sintamos apáticos...desganados.

Hubo una época en mi vida que pasé por un periodo de ansiedad y tristeza que me hicieron aislar del mundo, pero aprendí a escucharme, esos sentimientos me ayudaron a hacer frente a lo que me provocaba esos sentimientos.

Por motivos ligados a mi vida, muchas veces me toca convivir con la tristeza de los demás y el consejo que les doy es que la sientan, que no la escondan, que es normal sentirla y que no intenten obviarla, porque el cuerpo necesita exteriorizar las emociones y la tristeza es una de ellas.

Si no lo sacamos, si no lo sentimos, se nos enquista dentro y al final, cuando menos lo esperemos sale de la peor forma.


Lo último que os quiero decir es que dejemos fluir las emociones, sean tristeza, alegría, cariño, pasión o incluso rabia. Lloremos si tenemos que llorar, peguemos cuatro gritos si tenemos que hacerlo, digamos a las personas que las queremos, no huyamos de consolar o dar un abrazo a una persona que vemos sufriendo por temor al rechazo o a no saber cómo actuar, dejémonos llevar por nuestro corazón y todo irá bien.


Astrid Salvat es la invitada número 27 de mi podcast El club de las mujeres imperfectas y con ella hablé sobre La sombra de la ansiedad.

Apasionada de la lectura y una romántica empedernida, escribió su primer libro Entre el corazón y la razón, dadas las buenas críticas obtenidas del libro se atrevió a una segunda novela Esclava de ti, ahora ha escrito su tercera novela, Vida tras vida donde se sumerge en el mundo de las regresiones a vidas pasadas en una historia apasionante.

Es una autora de novela romántica, porque según ella sin amor la vida está vacía, y todos en algún momento hemos sentido ese amor loco que nos hace vibrar y sacude todo nuestro mundo.

Su seña de identidad como escritora es el uso de diferentes voces en primera persona, algo que hace a cada uno de sus libros especiales y que te sumerjas en su lectura. Y hoy nos regaló una realidad hecha tristeza a partir de una contingencia que nos concierne a todos y con la cual no es difícil identificarse y ella lo ha dibujado a la perfección con sus palabras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario