New York y la tristeza
La Gran Manzana…
Nueva York….. ¿Quién puede estar triste visitando Nueva York?
Pero fue en ese
último viaje que hice, con quien creía mi complemento, donde descubriría que la
tristeza tiene matices que incluso se huelen y se esconden en algún rincón del
Time Square o de la Quinta Avenida.
Sabemos que
estamos tristes cuando la sonrisa duele, cuando reconoces que el día está
gris o está “raro”. No, no es el día. No, no son las nubes, es esa intuición
que a pesar que nos dice muy en el fondo que todo va a estar bien, le
permitimos el protagonismo a esa fuerza que emerge y que nos invade por dentro.
Sí, es ella, la tristeza. Que no pide permiso para acompañarte, solo llega para
manifestarte que debes prestarle atención a ese pedacito de instante que estás
viviendo, pero el desasosiego de no saber nos invade y preferimos deslumbrarnos
con lo majestuoso del Empire State y huyes del silencio de donde estaban las
torres gemelas porque allí, la tristeza hizo casa y la puedes sentir, por eso
te vas.
¿Cómo se puede estar
triste en Nueva York? Me lo he preguntado tantas veces. Pero en aquel viaje que
hice con toda la ilusión de poner nuevos y mejores recuerdos a uno de los
sitios que más me gusta, sería donde la frialdad del desamor, de la poca
atención y de pronunciar un nombre que no era el mío, hicieron que la ciudad se
hiciera gris, pegajosa, dolorosa.