Recuerdo mi maravillosa infancia, la mayoría del
tiempo vivía inmersa en mi propio mundo, mi madre dice que podía pasar horas y
horas encerrada en mi habitación jugando con mis juguetes y que así
tranquilamente se me podían ir los días, estaba en comunión conmigo y era feliz
sin saberlo, el problema estaba cuando tenía que ir a compartir, por aquello de
tener una familia numerosa (y cuando digo numerosa es porque te estoy contando
que somos 51 primos hermanos solo por parte materna), por lo que el tema de
socializar era recurrente, así que mientras crecía poco a poco me fui olvidando
de esos espacios a solas y empecé a conjugar mi vida en plural rodeada de
tantos, y así me fui olvidando de esa mágica relación que tenía conmigo.
Mostrando entradas con la etiqueta Soledad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Soledad. Mostrar todas las entradas
Mi relación conmigo
Mis pequeños espacios de soledad
Es irónico como es que comienzo
escribiendo en este blog hace más de dos años haciendo honor a su titulo y que
en la actualidad carezca de esos espacios de soledad para fortalecer mi
espíritu. Antes la soledad era tan ensordecedoramente asfixiante para mí y
ahora se ha vuelto tan necesaria, tan improbable, casi inalcanzable y
descartable.
Conquistar espacios que sean solo
míos ya no se ajusta a mi realidad, antes me tragaba la soledad por toneladas y
ahora solo pruebo bocados de mi absoluta presencia, porque con el tiempo la
soledad se fue transformando de un espacio vacío a un lugar lleno de mi, así
que cuando el silencio se acerca yo solo comienzo a reconfortarme, a saber que
por un rato estaré en mi compañía, solo conmigo, a solas del mundo, plena de
mi, tal vez sin decirme nada o quizás dando gritos internos de lo que me estuve
callando por tanto tiempo.
Carta de despedida a una ciudad
Es cierto que recalqué muchas veces un tiempo que creí vencido en esa
ciudad, pero ahora que la veo a la distancia, quisiera caminarla de nuevo y
escucharla en la cordialidad de su gente, recuerdo sus calles como quien
recuerda una risa, añoro esa cotidianidad como quien añora el encuentro de
aquello que quedó suspendido en el tiempo, pero con la esperanza de volver a
encontrarse algún día.
Amar de otra manera
Últimamente me ha dado por leer
sobre relaciones saludables, sobre personas conscientes de lo completas que
están y emprendieron la tarea de tener parejas sanas, personas que encontraron
su pareja interna y están dispuestas a descubrir la pareja interna de alguien
más, pero es curioso, porque al buscar sobre el tema, muchos artículos revelan
lo que NO es ser saludable y pocos te regalan una definición exacta de lo que
SÍ es ser sano con el otro.
Sin embargo, conseguí una concepción
hermosa de la Dra. Lucy Serrano, la comparto y luego desarrollo el tema ¿les
parece? Se entiende por pareja saludable cuando "dos personas completas en
sí mismas que han trabajado mucho limpiando sus traumas de infancia y todos los
residuos y fantasmas que dejaron las relaciones anteriores, que han aprendido
de sus experiencias y errores, ahora tienen la madurez suficiente para
embarcarse en la maravillosa aventura de compartir intimidad, ideas y
sentimientos". ¡Me encantó!
Desde lejos
Desde lejos me
siento frente a mi exigente y hasta terapéutica hoja en blanco y quisiera
llorar sobre ella letras, puedo estar en los más hermosos paisajes, ir al súper
mercado y conseguir lo que quiera, descubrir un lugar donde venden comida deliciosa, pero muchas veces se siente la experiencia incompleta sin
tener al lado a tus seres cercanos para que realmente valga la pena. Puedo estar
en lugares donde hay mucha gente, y aun así, no sentir compañía, a veces miro
como las personas se encuentran, se saludan, conversan, acuerdan volver a
verse, y yo acá, desde lejos, no coincido con nadie a quien otorgarle un abrazo
fraterno, un despedirme al menos con un “nos vemos luego”.
Sobre reencuentros y compartir
Este viaje lo hice
de manera distinta, primero porque la permanencia fue más corta que otras veces,
así que aproveché cada momento para sostenerle la mirada a cada detalle, me dejé
sorprender por el placer que me procura deambular por mi ciudad, pero siendo
solo una espectadora de sus calles no sintiendo que allí pertenezca. Y aunque
no pretendo traerles un itinerario completo de un viaje a retazos, sí les
quiero conversar sobre lo que significó para mí el reencuentro con lugares y
personas, además, el conjugar en plural el verbo compartir que muchas veces la
soledad no me permite hacerlo.
Comprendamos la soledad

Estos sentires pueden ser
dolorosos o ámbitos de reflexión que nos permiten tener intimidad con nosotros
mismos, y por ende, lograr el ensimismamiento, a fin de vernos reflejados en el
espejo de la vida y saber que lo que nos está ocurriendo, otros lo están
viviendo en cualquier punto del planeta, y que nuestra energía puede estar
conectada con otra energía, que cuando fluimos desde adentro dejamos de tener
la visión empañada y aclaramos la perspectiva de nuestros sucesos, a sabiendas
que muchos estamos pasando por lo mismo, pero en otros lugares y con otras
personas, y cuando lo llevemos a cabo, no seguiremos caminando por la orilla
del abismo que le hemos creado a nuestras emociones para quedarnos atascados
con ellas.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)