¿Cuáles fueron esas partes
abandonadas que correspondían a mi femineidad?
No lo recordaba, pero fueron esas
partes identificadas con la naturaleza creadora de vida. Parir. Dar prolongación
a la especie.
Era muy joven e inexperta. La decepción amorosa se mezcló con esas partes infantiles que le juran lealtad a los padres como fuente de amor y vida (porque un niño ve así a sus padres solo que no lo sabe).
El amor llamó a mi puerta, yo, niña
moza respondí que sí. Con ese sí sagrado que levanta barreras y sobrepasa toda
tempestad. Pero la desdicha se hizo presente, al constatar que el fulano solo
quería eso, lo que buscan los hombres, y que una vez satisfechos, pierden
interés y se marchan. Al verme ingratamente no correspondida, me afloró, un sin
número de sombras por sentir al corazón defraudado y deshecho, que comenzó por
un siniestro silencio y luego, el inevitable espacio insalvable entre los dos.
La mente lo recuerda bello, gallardo, con un sin número de habilidades y sueños. Con el tal quise emparentarme. Y no fue así. No porque mi corazón no quisiera sino porque para colmo, desapareció. Se mandó a cambiar de residencia, aunque no de amigos. Solo se fue.
- Aquella Odette, ¿Cómo se sintió?
- Se sintió como si la dicha le fuera
negada.
Se sintió como si la tierra se
abriese y la tragara toda.
Se sintió como un terremoto que
derrumbó todos sus sueños.
Los fantasmas de su infancia hicieron
su aparición, tomando el control de su vida:
“no me ama”, “no soy valiosa”, “me rechaza”, “debo tener algo muy malo en mí
por lo que se alejó de mí”... La tristeza, el dolor, la ira y la desidia
fueron el pan de ella por largos días.
Es que era muy moza para comprender
que la vida era más que la elección de una pareja.
Ignoraba que los amores iban a ser
grandes y buenos, que serían más de uno por las diferentes áreas en las que se
desenvuelve el ser humano.
No sabía que podía elegir las veces
que sean necesarias
No sabía qué era relacionarse con su
complemento, excepto por la relación hombre – mujer de sus padres.
Como no sabía expresar lo que le pasaba, su cuerpo lo decía como enfermedad.
Lo decía como si el alma llevara una
pesadumbre, un peso extra.
Lo decía como si el corazón estuviera
roto y sangrante, con una astilla que se escondía en medio de él.
Lo decía como _____ si existiera en
ella un vacío que no podía ser llenado ni nombrado.
Lo absurdo su mente elucubró, pues
con eso innombrable y vacío se identificó.
Lo decía como quien no tiene memoria
de si y flotaba cual fantasma en el mundo de los vivos.
Muchas piedras para una pequeña mochila.
Con eso a cuesta tomó las peores decisiones. Beatificó al amor en la persona de
aquel ser del que recibió su herida.
- ¿Puedes ver a cuántas cosas
renunció en su vida?
Yo veo que sobre todo a una parte de
su femineidad que la llevaba a tener su propia familia, a tomar el rol de
madre, a cuidar de sus hijos.
- Sí. Cierto. Pero sobre todo
renuncié a no ser madre soltera porque un bebé merece vivir a su madre tanto
como a su padre.
- ¿Te refugiaste en tus fantasías?
- Hice de la dicha vivida un altar sin
méritos. Imágenes que con el tiempo perdieron su significado.
- ¿Te llenaste de aire?
- Sí. Por eso vinieron las
tempestades -cada vez más grandes e incontrolables
- ¿Qué puedes hacer hoy por ti?
- Regresar a lo verdadero, a mi
Fuente de Vida. Porque se es madre de mil formas. Iré descubriendo aquello a lo
que renuncié sin tener consciencia. Deshago mis votos y me emparento con las
virtudes que ya mi alma trae consigo.
- ¿De la pareja, qué solución le das?
- Esas son conversaciones profundas
en las que me embarco desde hoy.
Nunca lo vi de frente. No me atrevía
por el altar que le había hecho. Vergüenzas y culpas me llenaron el corazón y
la vida a causa de seguir con imágenes desusadas, de mis constantes rezos, de una
devoción enfermiza que no intentaba dar de baja.
Es que no lo veía.
(Silencio profundo)
¡Sí! le doy de baja.
Un calor inexistente que prolongué
por mucho tiempo
Una fidelidad antigua me embargó.
Así mi niña aprendió amar.
Me propongo enseñarle a amar sin
apegos.
Así el corazón evitará brindarse a
alegrías que son como flor de un día.
- ¿Qué es diferente hoy?
- Ahora es diferente, pues he llegado
a amarme tanto, tanto que me elevo a otro nivel.
Lo mejor que resultó de este infierno
fue elevarme a mi cielo. Descubrí a mi primer amor.
El amor que una se debe a sí misma.
Porque no voy a dar amor si no me amo. Y hablo del amor más universal, no solo
el de pareja. Lo otro en lo que sigo trabajando es en cultivar mis diferentes
áreas de vida con paciencia y amor.
Y pues, ahora incluyo al amor de
pareja como parte de mis experiencias de vida, no por accidentes, ni cuentas
pendientes de amores que no fueron y que quieren llegar a ser del pasado al
presente.
Ya no como la doncella a quién
recatar y darle felicidad, eso me lo doy yo. Es que muy escasamente la gente
comprende que la felicidad está inscrita en las células de nuestro ser y no en
la obtención de algo o alguien.
Además, cada ser humano tiene que
izar la bandera de héroe o heroína por sí mismo por una sencilla razón, los
fantasmas son personales y el combate cuerpo a cuerpo no se da acá afuera sino
adentro.
Ahora sí incluyo a un compañero con
quién caminar y seguir creciendo.
Por ahora estoy en paz y alegre.
Gracias, gracias, gracias.
Otilia Piloso es la séptima escritora invitada de este proyecto Mujeres que sanan. La conocí a finales de 2020 cuando participó en mi taller Escribir cartas para mi niña interior y, desde entonces, ella ha estado en muchos de mis talleres virtuales.
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