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La tristeza de mis reencuentros


Soy mujer, soy madre, soy esposa, soy hija, soy de todo un poco y al igual que tú, soy humana, así que no es raro que haya sentido la tristeza muchísimas veces desde que nací.

 

Crecí creyendo que la tristeza era una señal de debilidad, fui entrenada para “hacerme la fuerte” y no solamente no dejar entrar esta emoción sino espantarla con todas mis fuerzas.

 

Y así pasé los años sumergida en la lucha interna que resulta de vivir desde la incongruencia, es decir, pensar una cosa, sentir otra y hacer otra cosa.

Tristeza, muchas gracias por acompañar mi vida

 


La Tristeza, ¡Que emoción tan linda!

 

Cuando la integras en tu vida, como una emoción preparada para el recuerdo de los bellos momentos, de aquellos que se guardan en el corazón, se parece mucho a la nostalgia.

 

La Tristeza, me permite rescatar seres queridos, vivencias, lugares, olores, músicas, imágenes, sensaciones, momentos de felicidad y revivir.

 

Ella me deja volver a vivir con felicidad y agradecimiento al Universo, por sentir las experiencias en cada una de mis células, porque me hicieron crecer, avanzar y evolucionar. Simplemente, me hicieron sentir, que estaba viva.

Querida tristeza, te lo debo todo


Érase una vez una mujer que se creía culpable por sentirse triste.


Una mujer a la que le convencieron de que la tristeza podía ser un signo de debilidad. Una mujer que se llevó una gran sorpresa cuando descubrió por sí misma que era todo lo contrario.


En este post voy a contarte, querida amiga, lo mucho que cambió mi vida cuando me di permiso para escucharme y abrazar la tristeza. Esa emoción que tan a menudo nos han invitado a asociar como algo negativo cuando, en mi opinión, nos brinda una oportunidad increíble para conectar con nosotras mismas


¿Te quedas un ratito con nosotras?

La tristeza en la maternidad


Tener un hijo, es sin duda uno de los momentos más felices para las mujeres que tomamos esta decisión ¿verdad?. En lo personal no puedo olvidar el primer contacto que tuve con mi bebé, conocerla, olerla, hablarle, besarla; momentos inolvidables, que si eres madre sé que me entiendes y tal vez hasta te hice recordarlos.

Pero, ¿qué pasa en la vida de algunas mujeres después del parto? ¿En verdad todo es alegría?. A continuación te contaré mi historia con el posparto, quizá te identifiques un poco con ella.

Cuando nació mi bebé, yo estaba realmente contenta, ya que después de haber tenido un parto complicado y muchas horas de espera, pude tener a mi bebé en brazos y  ella estaba por fin conmigo sana y hermosa; sin embargo, algo sucedió después del primer día, porque no sentía esa alegría que muchas mujeres que acaban de ser madres dicen sentir; por el contrario, me sentía triste ¿pero cómo es posible que sientas tristeza en un momento que tendría que ser de gozo y alegría? Pues sí, así me sentía.

La tristeza arrasa y crea mi ser


La tristeza nos ayuda a mirar hacia adentro, a ser introspectivas y nos viene a decir que debemos revisar algo. ¿Pero, qué es lo que debemos revisar cuando la tristeza se apodera de nosotras? ¿Qué podemos aprender de ella?

Cuando a mediados de marzo decretaron en España la alerta sanitaria, comenzamos el estado de alarma, no era consciente de la envergadura de lo que iba a venir, en ese momento pensé que serían unas semanas de confinamiento, de estar aislada de contacto social físico, y que poco a poco retomaríamos la “normalidad”, pero la realidad no fue esa.

Lo que pasó fue que iban pasando los días, y cada noticia era peor que la anterior, no podíamos hacer nada, sólo quedarnos en casa para protegernos y proteger a los demás. Si cuando empezó 2020 me hubiesen dicho lo que íbamos a vivir, probablemente no lo hubiese creído.

Cuando la tristeza invade nuestra vida

Por motivos laborales he estado en contacto directo con el Coronavirus, con las consecuencias que tiene este virus sobre las personas… sobre el ser humano y su capacidad de superación.

Tanto enfermos como profesionales sanitarios hemos tenido que convivir diariamente con la tristeza.

Los enfermos, cuando entrabamos en el hospital, y teníamos que despedirnos de nuestros familiares en la puerta, sin saber si podríamos volver a verlos otra vez. Nos aislaban en una habitación, y solo entraba el personal estrictamente necesario para atendernos, personal que solo podrías entrever los ojos, ojos cargados de compasión y tristeza como la que sientes tú en ese momento.

En los peores momentos, en los que nos sentimos más vulnerables, es donde necesitamos el amor y cariño de los seres queridos, pero cuando no podemos acceder a ellos, y nos aíslan completamente de todo, nos embarga un sentimiento profundo de tristeza y soledad.

La tristeza es minimalista



Llevo toda la vida huyendo de la tristeza… Es más:

          👉Ni me permitía estar triste
          👉Ni se lo permitía a los demás
          👉Ni me gustaba estar con gente triste
          👉Ni me parecía buena idea transitar esa emoción

¿Sentía tristeza? Seguro que en muchos momentos… Pero impedía que aflorase y se me fue quedando dentro.

Sin embargo, una cosa curiosa, aunque no me gustaba la tristeza ni la gente triste, tenía cierta tendencia a rodearme de este tipo de gente a quienes intentaba salvar constantemente.

Ahora entiendo que detrás de esa actitud había una tremenda necesidad de salvarme a mí misma.

Los lugares de mis tristezas



New York y la tristeza

La Gran Manzana… Nueva York….. ¿Quién puede estar triste visitando Nueva York?

Pero fue en ese último viaje que hice, con quien creía mi complemento, donde descubriría que la tristeza tiene matices que incluso se huelen y se esconden en algún rincón del Time Square o de la Quinta Avenida.
Sabemos que estamos tristes cuando la sonrisa duele, cuando reconoces que el día está gris o está “raro”. No, no es el día. No, no son las nubes, es esa intuición que a pesar que nos dice muy en el fondo que todo va a estar bien, le permitimos el protagonismo a esa fuerza que emerge y que nos invade por dentro. 

Sí, es ella, la tristeza. Que no pide permiso para acompañarte, solo llega para manifestarte que debes prestarle atención a ese pedacito de instante que estás viviendo, pero el desasosiego de no saber nos invade y preferimos deslumbrarnos con lo majestuoso del Empire State y huyes del silencio de donde estaban las torres gemelas porque allí, la tristeza hizo casa y la puedes sentir, por eso te vas.

¿Cómo se puede estar triste en Nueva York? Me lo he preguntado tantas veces. Pero en aquel viaje que hice con toda la ilusión de poner nuevos y mejores recuerdos a uno de los sitios que más me gusta, sería donde la frialdad del desamor, de la poca atención y de pronunciar un nombre que no era el mío, hicieron que la ciudad se hiciera gris, pegajosa, dolorosa.

La comediante que adora el crecimiento personal




Hola, mi nombre es Eliana y aunque no tenga el título de comediante por certificación, lo tengo por vocación.

Lo sé, por mucho tiempo he sido una gran defensora de la tristeza, este blog es una prueba de ello, por lo que decir que soy una comediante es como una contradicción, de hecho no he podido escribir desde otra emoción que no sea la tristeza, ella es una gran protagonista al momento de plasmar mis letras.

Y aunque quisiera escribir justo ahora algo que te haga morir de la risa, sé que en este primer intento no lo voy a conseguir, así que solo voy a soltarme para ver qué pasa.

¿Es posible escribir desde el humor sin que el texto cause risa? Seguramente eso es lo que ocurrirá con este escrito.

Soy una mujer jocosa, irreverente y un tanto imprudente, me gusta hacer reír y hasta burlarme de mí misma, pero nada de esto sale cuando escribo.

La tristeza y sus visitas

Querida tristeza, voy a empezar dejando las cosas claras entre tú y yo. Quiero decirte que te amo porque eres mía y, algo mío no puedo sino que amarlo.

Para mi eres una de tantas emociones que he aceptado y aprendido a  sentir. 

Te confieso que  tú, en concreto, me confrontas con LA VERDAD y, para mi, buscadora incansable de la verdad, esto significa TODO.

Me haces sentir qué y quién es importante en mi vida y qué no: personas, emociones y experiencias.

La tristeza de la traición


Muchos creen que aquellas personas que trabajamos y nos preparamos en el área del desarrollo personal y empoderamiento no nos enfrentamos a problemas o dificultades y esto es completamente falso.

Todos nos enfrentamos a desafíos, problemas y dificultades diariamente, pero lo que nos diferencia es la forma como tendemos a vivir esos momentos.

En este espacio abro mi corazón y te cuento sobre cómo viví la tristeza de la traición.

Según la RAE, la traición se define como una falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener.

Mujeres que aprendieron de la tristeza


Como sabes, en mi blog Espacios de Soledad hago cada año un proyecto de escritoras invitadas y este año no es la excepción.

El primer año fue de entrevistas, el segundo de relatos, el tercero de cartas, y para este cuarto año quiero que le escribamos a la tristeza.

¿A la tristeza? Sí, a la tristeza.


Seguramente pasaste o estás pasando por un episodio en el que la tristeza vino a visitarte, y de seguro que al abrirle la puerta no le dijiste "pasa, eres bienvenida", probablemente no ¿verdad?


Hablar de la tristeza no es muy común, todos están buscando la felicidad pero pocos conversan sobre atravesar la tristeza, sobre vivir el duelo, sobre lo sanador que es llorar hasta que la tristeza se vaya.

También sé reírme



Hace algunos meses alguien a quien amo mucho me dijo que siempre veía en mis escritos a una Eliana triste y no a una persona que también saber ser alegre y ocurrente, tal vez esto sea porque cada vez que escribo saco a relucir mi lado más reflexivo y filosófico y descarto del todo a esa yo chistosa que ríe a carcajadas y adora de vez en cuando ser la humorista de las reuniones.

Pero sí, también sé reírme, también suelo ser jocosa e irreverente, impulsiva y burlista, es que no solo me gusta reír sino hacer reír a los demás, siempre digo que si se me hubiese presentado la oportunidad sería capaz de subirme a un escenario y ridiculizar a algún personaje y hacer caras graciosas hasta que todos mueran de risa, de hecho cuando cuento chistes (que es mi gran especialidad) me encanta dramatizar y hacer en la historia desenlaces improvisados, exagerados y llenos de humor.

No distraigas a la tristeza



Muchas veces por quedar fuertes ante los demás terminamos débiles ante nosotros mismos, nuestra cultura no acepta a la tristeza como una de las emociones básicas del ser humano y propia para la subsistencia, con tantos acontecimientos dolorosos que acaecen es válido sentirse tristes, pero cuando lo manifiestas, de inmediato te sugieren salir de ella para distraerla, despistarla y desaparecerla.

Ojalá se pudiese desaparecer a la tristeza con tan solo ignorarla, sería un remedio infalible y de rápida solución. De hecho cuando le mencionas tu tristeza a alguien más lo único que haces es recordarle su propia tristeza, así que la recomendación será evadirla para que juntos vayan a tirarla a alguna parte donde seguramente no los alcance.

Lo que la ansiedad nos dice



Vivimos un tiempo en el que es difícil relajarse, en el que estar en tensión y nervios es totalmente normal, días en los que anticiparnos al desastre es lo cotidiano y donde la preocupación siempre está activa aunque no existan motivos aparentes. Son tiempos de ansiedad en los que estamos inmersos, una emoción que pasó de ser útil a ser contraproducente y crear trastornos que se expresan en un estado de estrés constante, el cual trae como consecuencia agotamiento o irritabilidad, junto con una frecuente tristeza y desaliento asociados a la depresión.

¿Sabía que ese estado de decaimiento, desinterés y desánimo latentes es una de las primeras causas de discapacidad mundial? Los episodios depresivos que hemos llegado a tener son estados de ánimo en los que se apodera de nosotros una pesadumbre que denota rasgos de añoranza, pero llegamos a un punto en nuestra vida en el que no podemos sostener ni contener la tristeza, así que se desborda por medio de la ansiedad, volviéndose una lucha interna desgastante, agobiante y de batalla perdida.

Identifiquemos las emociones

Las emociones están presentes en los diferentes contextos de nuestra vida, así que trataremos de mirarlas y ubicarlas en nuestras historias personales que tanto pesan y descifrarlas en aquello que nos traduce el cuerpo cuando no las hemos escuchado a tiempo.

Sabemos de esos dolores desgarradores que nos han roto el alma, pero ¿qué pasa con nuestros otros duelos? aquellas heridas que se han quedado calladas para darle paso a otras nuevas tristezas, duelos que no han sido elaborados ni superados, ¿qué nos anda gritando el cuerpo cuando no identificamos a las emociones? Las somatizaciones crónicas como gastritis, colitis o migraña son estrechas conexiones con duelos no procesados, con emociones que muchas veces no nos permitimos sentir, y es evidente que cuando las personas no elaboran sus traumas, con el tiempo se revelan en consecuencias individuales que trascienden a las sociales.

Comprendamos la muerte


Quiero comenzar esta lectura con un pequeño ejercicio, piense en una persona querida que se encuentra fuera de su ciudad o del país… ¿La ama? Ahora, piense en una persona que ha muerto… ¿La ama? Realmente no amamos el cuerpo, amamos la esencia, el cuerpo sólo materializa el afecto, el tocar o el abrazar son partes del amor, pero no son el amor.

En una lectura reciente les comenté que estamos dentro de una cultura que no nos enseña a morir, lo único que sabemos de la muerte es que debemos temerle y que nos arrebata de los brazos a nuestros seres amados, como si esto de vivir fuese algo inacabable, como si nosotros no fuésemos a dar también ese paso crucial de trascender lo físico y volar con nuestros espíritus a otro plano distinto.

Hablemos de felicidad


Todos hemos pasado por momentos difíciles en la vida, esos espacios de nuestra existencia que parecen interminables, donde vemos la “eterna” felicidad de otros y pareciera que muy pocos se percataran de nuestra tristeza, y cuando es nuestro el turno de estar aliviados e impregnados de dicha, el sufrir de otros suele pasar desapercibido ante nuestros ojos, y justo es allí cuando muchos comienzan a notar nuestra abrumadora alegría, nuestra desesperante sonrisa. Parece que en un mundo donde la violencia cada día juega un rol determinante, el estar contentos perturbara a los que nos rodean, pareciera que la felicidad es exclusiva, y cuando la tenemos, nos critican por tenerla.
El concepto de felicidad es muy subjetivo y no aplica para todas las épocas, y lo más probable es que la felicidad de algunos signifique la desesperanza de otros, el padecer de aquellos que no comparten la concepción de lo que a ti felicidad te parezca. Así que cuando nos toca estar en el lado del temporal de la tristeza, en ese tiempo en el que nadie nota nuestras lágrimas, o tal vez huyen para no tener que verlas, pasamos inadvertidos para algunos que se encuentran justo en la temporada de las cosas buenas. Y es como un juego de roles, pareciera que nos turnáramos, y mientras unos la pasan bien, otros se encargan de llorarle a la vida el disgusto y el tormento de las cosas no tan buenas.