Mostrando entradas con la etiqueta Mujer. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Mujer. Mostrar todas las entradas

La responsabilidad de vivir en valoración


He crecido en las pistas deportivas entrenando y midiendo mis propios ritmos y marcas hasta llegar al podio y dejar colgar una medalla en mi cuello, a eso se le llama valoración.

El deporte me hace sentir viva, es un vehículo para alcanzar el triunfo sin inseguridades, poniéndome a prueba, valorándome y admirando lo logrado.

Hoy quiero explicar el valor de las cosas, pero ¿que son las cosas? ¿Y que son los valores?

Esto me remonta al tiempo de los trueques, mucho antes de que existieran las monedas, cada quien le confería un valor a su artículo evaluando hasta qué punto podría cambiarlo por otro.

Los valores no son estáticos, tienen que ver con nuestros principios, es reconocer, estimar o apreciar el valor o mérito de alguien o algo.

El alma del placer


Tuve la dicha de encontrarme con el mundo de las emociones y ha sido el regalo de la vida, y lo mejor de todo es entender que no hay emociones buenas ni malas, son solo emociones, a las que abrazo porque son parte de lo que soy.

Al ingresar al paraíso de las emociones descubrí que por muchos años viví bajo la sombra de “abandono propio”, vivía en función de quedar bien con quienes me rodean y hacer lo que yo pensaba que era correcto y necesario para los demás. 

Esto trajo mucho dolor, ya que no siempre actuaba de manera adecuada y en ocasiones, en lugar de ayudar o quedar bien terminaba minimizándome y abandonándome.

Trabajo, mucho trabajo y hoy en día sigo trabajando y la razón de esto, aunque ya no significa un esfuerzo, es porque entendí que soy el mejor proyecto de vida que tengo, soy en quien debo poner mi atención y mi energía. Soy mi proyecto eterno a quien puedo dedicar cada emoción sentida.

El encuentro con la sombra (Post colaborativo)


Durante los primeros días del mes de agosto llevé a cabo mi segundo taller de escritura creativa gratuito, en donde me doy la oportunidad de convocar a decenas de mujeres y leer lo que escriben, para luego seleccionar a algunas de ellas e invitarlas a que sean parte de mis proyectos, ya sea como escritoras o invitadas de mi podcast.

Este taller llevó por título El encuentro con la sombra, y por 5 días estuvimos explorando 5 sombras específicas: autoexigencia, perfeccionismo, autoengaño, búsqueda de aprobación y autosaboteo.

Sombras que pareciera estuvieran desligadas las una de las otras, pero en realidad cuando estuvimos escribiendo y reflexionando acerca de ellas, pudimos ver que todas nos pertencen y han sido parte de nuestras vidas.

Durante 5 días nos dedicamos a hurgar en nuestro mundo interior para encontrarnos con nuestras sombras y reconocerlas a través de la escritura, tarea para nada fácil pero que muchas lograron con mucho éxito.

50 cosas que aprendí de las mujeres imperfectas



Hace poco más de un año creé mi podcast El club de las mujeres imperfectas, llevaba unos cuatro años consumiendo podcast casi que a diario y un día supe con determinación que yo debía tener mi propio podcast.

No estaba muy segura de qué podría hacerlo, tuve un intento fallido de un podcast sobre reflexiones de 5 minutos, pero sería más de lo mismo a como venía haciéndolo en mi blog.

Había creado una comunidad grande de escritoras invitadas así que hacer un podcast de entrevistas era una idea que se me había metido entre ceja y ceja.

Un día, casi que de forma lumínica, vino a mí el nombre El club de las mujeres imperfectas, más que todo la idea surge porque llevaba unos cuantos meses investigando sobre la sombra que todas llevamos dentro y siempre he estado en contra de la perfección absurda que nos venden en las redes sociales.

La tristeza y sus visitas

Querida tristeza, voy a empezar dejando las cosas claras entre tú y yo. Quiero decirte que te amo porque eres mía y, algo mío no puedo sino que amarlo.

Para mi eres una de tantas emociones que he aceptado y aprendido a  sentir. 

Te confieso que  tú, en concreto, me confrontas con LA VERDAD y, para mi, buscadora incansable de la verdad, esto significa TODO.

Me haces sentir qué y quién es importante en mi vida y qué no: personas, emociones y experiencias.

Los roles internos de la mujer


Dentro de nosotras hay muchas mujeres con sus diferentes roles moviéndose en nuestro interior. Mujeres que fuimos, que somos, que aspiramos algún día ser.

Puede que durante un tiempo hayamos sido una mujer permisiva, pero luego despertamos de ese letargo y dejamos de cederles a algunas personas nuestro poder para que se aprovecharan de nosotras.

Luego pudimos haber pasado por un tiempo de bastante estrés y depresión y pudimos habernos convertido por una temporada en una mujer ansiosa.

Tal vez tuviste una que otra mala relación y con el tiempo en vez de convertirte en una mejor persona sucede que cada vez fuiste más dependiente, controladora y posesiva

10 posts sobre amor propio que toda mujer debe leer


Hace ya rato que no escribo para mi blog, tal vez es que me estoy acostumbrando un poco a que mis escritoras invitadas escriban por mí, y yo, tal cual una editora de revista, me encargo de leer, corregir y publicar.

Y precisamente, como tengo escritoras invitadas, tengo también nuevas lectoras, es por ello que he decidido hacer un post recuento, una de esas recopilaciones que tanto gustan con el propósito de que estas nuevas féminas conozcan un poco mi trabajo y sepan de qué va este blog, y este está enfocado en la mujer que necesita información y quiere orientarse acerca del amor propio y cómo se consigue eso que muchos llaman autoestima.

Pareciera que el amor propio está de moda, estamos en un mundo donde la mujer está cada vez más empoderada, pero al mismo tiempo es difícil desligarse de esos patrones ancestrales que nos han venido definiendo.

Es por ello que me voy a dedicar a dejar un arsenal de información muy valiosa si estás en este camino de amor propio, si aterrizaste en estas líneas es porque estás trabajando en ti misma y en la búsqueda de nuevos conceptos y percepciones.

Carta a la mujer que nunca fui


Querida yo que nunca fui, te escribo desde el futuro, ese lugar que muchas veces creíste incierto y al que le pusiste más expectativas que realidad, te escribo porque es la única manera de comunicarme contigo y hacerte comprender que la vida era más simple y menos complicada.

Sé que nunca fuiste paciente y que la ansiedad siempre te rondaba, sé que nunca te gustaron los excesos y que era común en ti el no sentirte de ninguna parte, pero justo ahora cuando le he dado a mi vida un sentido de pertenencia, viéndome frente al espejo y observando con detalle las huellas del tiempo, me cuesta creer que nunca te hayas amado, que nunca te respetaste lo suficiente y que ese amor que nunca profesaste por ti misma me esté pasando la cuenta.

Ya ni siquiera te miro con nostalgia, de este lado de la vida pareciera que nada valió la pena, me cuesta perdonarte por no haber tenido otros intereses, por no haber tomado otras decisiones, por no haberte incluido primero y por haber priorizado lo que ya no me importa.

Del embarazo a la maternidad



Ojalá estés embarazada y hayas coincido con este post, ojalá hayas tropezado con estas líneas porque colocaste en el buscador algo relacionado con una maternidad consciente y diste clic en este enlace.

Te cuento que hace dos meses dejé de estar embarazada y físicamente ha sido una de las experiencias más dolorosas que he podido vivir, eso de esperar dos bebes al mismo tiempo puede llevar el cuerpo a un límite en el que el dolor y las proporciones se escapan de lo esperado.

Como madre de una adolescente no puedo negar que me afectó la idea de tener que comenzar de nuevo, luego de más de una década me sentía como toda una novata y de hecho el médico me confirmó que era primeriza funcional, así que después de tanto tiempo y de ver a mi hija tan bien encaminada emocionalmente, no sabía si estaba preparada para volver a criar.

Quedar embarazada es el resultado de un milagroso acto de amor que se llama fecundación, un instante de la vida que te marca hasta la eternidad en el que un ser se une a ti a través de tu sangre y se imprime en tu vida con un sutil “para siempre” a través de tu alma.

Confesiones de una mujer insegura



Debo confesar que para llegar hasta el amor propio se recorre un largo camino que comienza en el preciso momento en el que miras a tú alrededor y ves que todo el caos de afuera es tan solo una proyección de ese torbellino que llevas dentro.


Las constantes peleas con tu pareja, tu insatisfacción en el ámbito laboral, lo enojada que estás con el espejo, lo difícil que te resulta la relación con tus padres, suegros, hermanos o hijos, la ansiedad de que siempre haya alguien mejor que te supere y la búsqueda de aprobación, son tan solo algunos aspectos de una mujer sumergida en la inseguridad y en su poca valía.

Antes de quedarme con la energía o creencia de alguien más para que no me perturbe o me defina, tuve que caminar descalza sobre las brazas de mis propias dudas y asegurarme mil veces, desde la impulsividad, que la realidad de otro no era necesariamente una verdad mía.

Carta a una adolescente



Querida adolescente, te escribo esta carta solo para que sepas que te entiendo, que sé lo que significa estar allí sentada en medio de tanta indecisión y de lo mucho que te sientes incomprendida. Sé que tu cuerpo está cambiando y que muchas veces lo comparas con el de otras chicas, pero tranquila, que ellas también están haciendo lo mismo y seguramente tú entras en su lista de comparaciones y de críticas.


Estas líneas no están llenas de consejos ni de tips para vivir la vida, son solo palabras impregnadas de empatía de una mujer que alguna vez fue una rebelde adolescente y que ahora, en el presente, vivo con una jovencita que me proyecta en todo momento y me obliga a hacer esta mirada retrospectiva.

Tal vez las cosas en casa no estén resultando ser nada fáciles, tus padres pueden estar muy confundidos y hasta distraídos y no se estén percatando de tus múltiples cambios, sobre todo de esos cambios internos que te viven afectando, lo más seguro es que estén tan aterrados como tú y que aún no le hayan hecho el duelo a la niña que dejaste de ser y no terminan de aceptar la transición que te está ocurriendo.

Sanando la intimidad



Muchas veces la belleza física y los aires de juventud nos dan una mala jugada. Al parecer los abrazos en casa no fueron suficientes o no eran abrazos que significaran amar. Tal vez la presencia paterna estuvo ausente física o emocionalmente, o puede que haya estado pero no fue un amor parental.


Con esta ausencia de afectos, la adolescencia nos sorprende agraciadas y frescas, estrenando caderas y pechos, confundiendo halagos con cariños y convencidas de que el verdadero amor lo conseguiremos fuera de los linderos del hogar, aunque muchas veces no sea amor, sino un falso disfraz que se ha puesto el sexo solo para conquistar, y así caminamos hacia la temprana adultez coleccionando relaciones y numerosas frustraciones al momento de intentar amar.

Confundimos amor con pasión y creemos que en la entrega sexual se nos está dando el afecto que desde hace rato veníamos necesitando, cuando en realidad solo se nos están otorgando fugaces momentos de placer (si es que tenemos la suerte de sentir placer) que no necesariamente llevan consigo el arte de amar.

Las mujeres de mi vida



Este post va dedicado a mi madre, mi hija, mis abuelas y bisabuelas, a mis tías, mis hermanas de sangre y de alma, a mi suegra, mis primas, sobrinas, cuñadas y amigas, a mis compañeras de trabajo y estudio, a todas aquellas mujeres que momentáneamente o por largo tiempo tocaron mi vida, a las que aún no llegan y a las que ya se han ido, a todas gracias, para algunas es un hasta siempre, para otras, quizás, un hasta nunca.


Quiero decirles que no pretendo repetir los errores del pasado, que como mujeres nos unieron anécdotas similares e historias comunes, con las que muchas veces llegamos a coincidir en las mismas culpas y tropezamos con piedras parecidas por el simple hecho de tener historias femeninas repetidas.

Voy a tener la valentía suficiente para cambiar el rumbo y hacerlo de manera diferente, renunciando a ese hilo ancestral que me une al pasado y rompiendo esa lealtad que me mantiene unida a los sistemas familiares, así que aquella que me antecedió y no concluyó algo o lo dejó irresuelto, no lo voy a tomar como mío para concluirlo en el presente o futuro o dejarlo como herencia a las mujeres que me sigan.

Sanando la relación con mi madre



Nuestra madre es el primer referente femenino que tenemos en nuestra vida, la hayamos o no conocido, hayamos tenido una buena o mala relación con ella, nos haya demostrado o no el amor, es una parte esencial de aquello que creemos. Estuvimos en su interior, sabemos perfectamente cómo suena su corazón, y aunque creemos que no lo sabemos o que ya lo olvidamos, todo lo que ella sintió durante el embarazo lo llevamos grabado en nuestro sentir y en nuestra forma de percibir la vida.

Reconocerla en nuestro interior es el primer paso para comenzar a sanar. Percibirnos a nosotras mismas siendo una proyección actualizada de la madre, o tal vez, comportándonos totalmente diferente a como ella lo hacía o lo hace es una forma inconsciente o consciente de identificarla para no repetirla, para no reiterarnos en el amor como ella lo hizo, pero no rechazándola, sino haciendo luz su presencia para no traer su herida de amor a cuestas.

En busca de mi pareja interna



Siempre era yo, no podía verlo pero en todo momento fui yo, era el poco amor que me tenía manifestándose constantemente, llevándome hacia el despertar de mi consciencia. Es un espejo en donde a diario me veo pero en el que no me reconocía, mi proyector me hacía ver cosas de mi que no aceptaba, que no veía, pero yo lo único que hacía era rechazarme a mi misma al rechazarlo a él en todo momento.

Ahora lo tengo claro. Somos el espejo del otro. Mi pareja es mi espejo. Siempre estuve proyectando mis necesidades en el otro pero no lograba verlo. Ahora comprendo que no es su culpa sino mi responsabilidad. En realidad detesto la palabra culpa, es un patrón conductual que hacemos todos para dejar la pelota al otro lado de la cancha y no en el lado nuestro.

Así que por este trabajo de amor propio que he venido haciendo decidí ir en busca de mi pareja interna, pero siempre estaba el otro interponiéndose hasta que razoné y vi que en todo momento era yo quien ponía la barrera, y en esa búsqueda me di cuenta que mi pareja externa ha sido siempre un instrumento para el autoconocimiento y para  conocer e ir al encuentro de mi pareja interna.

La mujer que aprendió a querer



Cuando uno ha pasado por diferentes procesos en los que el sufrimiento ha estado involucrado, cuando te has sentido insuficiente en el amor y además has tenido que adaptar tu corazón a nuevas formas de amarte das cuenta que en vez de amar de una mejor manera ocurre que cada vez amaste peor, con más inseguridad y repitiéndote en las mismas dinámicas relacionales, sabes entonces que el amor lo has manejado de manera incorrecta y ahora solo buscas aprender a querer mejor.

Comienzas a educarte en el amor y llega un momento en el que adquieres un significado distinto de la vida, de pronto te percibes a ti misma más consciente y comprensiva, ya no quieres reiterarte en las mismas conversaciones inconclusas ni ahogarte en las mismas heridas, ya no te apetece tener a cuestas los mismos sentimientos, así que empiezas a buscar a una nueva tú, a reinventarte y amar de otra manera.

Carta de amor a mi cuerpo



Querido cuerpo, ya han pasado casi cuatro décadas y no había tenido tiempo para escribirte una carta y agradecerte por este recorrido, por acompañarme en este camino que se llama vida y ser un perfecto respaldo de emociones y sentimientos.

Ese amoroso lenguaje que tienes para comunicarte conmigo y que yo siempre he interpretado como dolor y malestar, es el que me ha hecho saber que tienes vida propia y que me hablas por medio de la energía que se te ha otorgado, indicándome cuando las cosas van bien o cuando algo anda mal.

Perdóname las veces que te he callado con una pastilla y no me he detenido a escucharte, disculpa los momentos en los que te he llevado al exceso por no dormir o no comer o creer que funcionarías mejor con algún antídoto que tu fácilmente sabes producir.

Cuando el desamor propio nos delata



Creemos que no se nota, estamos seguras que nadie se va a dar cuenta, es que es imposible que alguien lo llegue a percibir, mucho menos cuando tenemos una buena casa, una profesión, vamos a buenos restaurantes, viajamos y además cambiamos de carro constantemente, detrás de toda esa parafernalia, nadie puede darse cuenta de nuestro poco amor propio, nadie sabe de ese sentimiento de inadecuación que siempre te invade o lo poco atractiva que suele ser tu imagen frente al espejo.

Pero ocurre que el amor propio no es para nada ruidoso, así que ni creas que esas actitudes fanfarronas y arrogantes te ponen por encima o tapan lo que no se nota, al contrario, son señales de baja autoestima e inseguridad que siempre te delatan, le gritan al mundo lo enojada que estás con quien eres y la persecución que llevas contigo misma, porque cuando nos vinculamos le proyectamos a otros aquello que creemos que merecemos, y aunque no lo creas, nuestros actos comunican falta de respeto, falta de límites y desvalorización.

La mujer no amada



¿Cómo es la mujer no amada? Es una mujer herida, dormida y ausente de sí misma, que aunque ha tenido encuentros amorosos, siempre se ha sentido insuficiente en el amor, las personas que han sido parte de su historia afectiva han venido a mostrarle su propia herida, y ella, totalmente negada a verla, ha preferido quedarse como la víctima y ha decidido colocarse la etiqueta de abandonada o rechazada y continuar caminando con el corazón roto por la vida.

Esta mujer ha sido amada pero no se ha llegado a sentir amada, no ha codificado el amor en sus encuentros afectivos, quienes se acercaron a su corazón solo la han podido amar como ella misma se ha amado, no tenían opción para quererla de otra manera, y esto hizo que el mundo de afuera se volviera un ratificador de lo que ella llevaba por dentro.

Mi relación conmigo



Desde pequeñas nos enseñaron a relacionarnos, nos dijeron que debíamos ser buenas hijas, buenas hermanas, buenas nietas, buenas primas, buenas amigas, buenas compañeras; pero nadie le dio nombre a nuestra relación personal y mucho menos a que debíamos ser buenas con nosotras mismas, al parecer nos incitaban a socializar y nos cuestionaban cuando queríamos pasar nuestros días de puertas cerradas hacia la vida.
Recuerdo mi maravillosa infancia, la mayoría del tiempo vivía inmersa en mi propio mundo, mi madre dice que podía pasar horas y horas encerrada en mi habitación jugando con mis juguetes y que así tranquilamente se me podían ir los días, estaba en comunión conmigo y era feliz sin saberlo, el problema estaba cuando tenía que ir a compartir, por aquello de tener una familia numerosa (y cuando digo numerosa es porque te estoy contando que somos 51 primos hermanos solo por parte materna), por lo que el tema de socializar era recurrente, así que mientras crecía poco a poco me fui olvidando de esos espacios a solas y empecé a conjugar mi vida en plural rodeada de tantos, y así me fui olvidando de esa mágica relación que tenía conmigo.