Soy mujer, soy madre, soy esposa, soy hija, soy de todo un poco y al igual que tú, soy humana, así que no es raro que haya sentido la tristeza muchísimas veces desde que nací.
Crecí creyendo que la tristeza era una señal de debilidad, fui entrenada
para “hacerme la fuerte” y no solamente no dejar entrar esta emoción sino
espantarla con todas mis fuerzas.
Y así pasé los años sumergida en la lucha interna que resulta de vivir desde la incongruencia, es decir, pensar una cosa, sentir otra y hacer otra cosa.