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La tristeza de la traición


Muchos creen que aquellas personas que trabajamos y nos preparamos en el área del desarrollo personal y empoderamiento no nos enfrentamos a problemas o dificultades y esto es completamente falso.

Todos nos enfrentamos a desafíos, problemas y dificultades diariamente, pero lo que nos diferencia es la forma como tendemos a vivir esos momentos.

En este espacio abro mi corazón y te cuento sobre cómo viví la tristeza de la traición.

Según la RAE, la traición se define como una falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener.

Personas altamente sensibles



La sensibilidad es un concepto muy mal visto en nuestra sociedad, al parecer las personas muy sentimentales son tildadas de débiles, dramáticas, desbordadas y un poco excesivas, pero lo cierto es que el 20% de la población mundial son personas altamente sensibles con características emocionales muy marcadas que pueden sentir los acontecimientos con tanta profundidad que puede ser difícil de comprender desde una óptica más práctica y menos sensitiva.

Si a tu alrededor hay alguna persona muy intuitiva, susceptible, tal vez retraída que se ve más afectada que los demás en cualquier acontecimiento, entonces te encuentras ante alguien elevadamente sensible. Este tipo de personas pueden ver aquello que los demás no ven, sentir los acontecimientos desde otra perspectiva y llevar a cabo la tristeza y el sufrimiento desde un punto de vista más profundo.

Callar no es hacer silencio


Cuando uno pierde la habilidad de comunicar sus sentimientos y se acostumbra a permanecer en silencio, uno en realidad se calla por fuera pero se grita por dentro. ¿Si no puedes hablar desde el centro de tu corazón, desde qué arista lo haces? Conversar con el otro abiertamente es una iniciativa importante para amar de la mejor manera, pero cuando comienzas a seleccionar aquello de lo que sí puedes hablar para no perturbar al otro ni recibir sus críticas, estás haciendo del silencio un adversario invisible.

Cuando comienzas a evadir lo que quisieras gritar con el alma, seleccionando cuidadosamente lo que se va a poner sobre la mesa, cuando cedes tus espacios comunicativos hasta perder tu identidad justo cuando tu pareja posterga lo que es indispensable decir, tú te sigues gritando por dentro esperando de nuevo el momento preciso.

Todos somos recuerdo



Pasar por la vida como si no se hubiese pasado es un gran error que muchos cometen, particularmente no me gusta jugar al incognito ni al desapercibido que nadie nota, apuesto mejor por el dejar huellas en el corazón de la gente, aunque sepa que pasaremos de moda en la vida de muchas personas y aunque no seamos tendencia de encuentros, es preferible cuando alguien nos recuerda y sonríe, a que nos volvamos un mal recuerdo.

Crecer implica saber cuándo nuestra estancia ha caducado en aquellos lugares donde sentimos que no le pueden ofrecer más a nuestra alma. Cuando se permanece por mucho tiempo en un espacio que nos va causando ambivalencias emocionales, es mejor entonces ir caminando hacia el desprendimiento, comprender que el aferrarse duele y que al soltar se aprende, nos ayuda a dejar con gratitud instantes de vida donde se avanzó hacia una merecida consciencia.

Descubriendo nuevos sabores



Sin la pretensión de hacerles llegar de mi parte una crítica gastronómica, ya que no soy experta en temas culinarios, mi intención es solo contarles sobre una experiencia inigualable en la que me he dejado llevar por mis sentidos, predominando por supuesto el del gusto y el retrogusto del olfato, he descubierto sabores que han trasmitido a mis emociones un fascinante placer, a partir de múltiples sensaciones que le atribuyo a la textura (dura o cremosa) del queso en mi boca, junto con la espesa, acida y suculenta caricia del vino sobre mi lengua.

Como saben, cada experiencia que deja en mí un curso, seminario, charla o conferencia, la pongo ante sus ojos y la plasmo para que no se me escape el aprendizaje obtenido, hoy los protagonistas temáticos de mi post son el queso y el vino.

De quién nos enamoramos



Cuando estamos enamorados nos sumergimos en una especie de letargo donde el encantamiento se apodera de nosotros, sonreímos más de la cuenta, nos convertimos en la necesidad del otro y ese otro se apodera de nuestras huellas. En esa etapa de enamora-miento, cuando nos vestimos de la mejor versión de lo que nunca antes fuimos, esos lumínicos días en los que nuestros defectos se ocultan y sólo pasean a diario nuestras más grandes virtudes, donde somos amables, afables, cordiales, siempre alegres y divertidos, no suelen durar más de 18 meses, si es que tenemos la suerte de que duren tanto, y como dicen por ahí: “lo bueno dura poco”, y no es que el resto sea malo, es que de pronto la desilusión se asoma, la pasión se baja, los defectos salen de su escondite, la magia del encantamiento se apaga.
Después que nos enamoramos entramos en el verdadero amor (si es que antes no hemos salido corriendo por la puerta de atrás), amamos más allá de los defectos y las virtudes, amamos desde la comprensión, la compasión, la aceptación, la tolerancia y el respeto, términos que quedan solapados dentro del enamora-miento, ya que todo es color de rosa y no hay necesidad de ser compasivos o tolerantes porque ese amor nos envuelve y nos termina diluyendo en la imagen que comenzamos a construirnos del otro, el cual se convierte en un complacido y complaciente amado y amante, que tiene siempre la certeza de recibir el amor que está dando en cantidades iguales.