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La tristeza arrasa y crea mi ser
La tristeza nos ayuda a mirar hacia adentro, a ser introspectivas y nos viene a decir que debemos revisar algo. ¿Pero, qué es lo que debemos revisar cuando la tristeza se apodera de nosotras? ¿Qué podemos aprender de ella?
Cuando a mediados de marzo decretaron en España la alerta sanitaria, comenzamos el estado de alarma, no era consciente de la envergadura de lo que iba a venir, en ese momento pensé que serían unas semanas de confinamiento, de estar aislada de contacto social físico, y que poco a poco retomaríamos la “normalidad”, pero la realidad no fue esa.
Lo que pasó fue que iban pasando los días, y cada noticia era peor que la anterior, no podíamos hacer nada, sólo quedarnos en casa para protegernos y proteger a los demás. Si cuando empezó 2020 me hubiesen dicho lo que íbamos a vivir, probablemente no lo hubiese creído.
La tristeza es minimalista
Llevo toda la vida huyendo de la tristeza… Es
más:
👉Ni me permitía estar triste
👉Ni se lo permitía a los demás
👉Ni me gustaba estar con gente
triste
👉Ni me parecía buena idea transitar
esa emoción
¿Sentía tristeza? Seguro que en muchos
momentos… Pero impedía que aflorase y se me fue quedando dentro.
Sin embargo, una cosa curiosa, aunque no me
gustaba la tristeza ni la gente triste, tenía cierta tendencia a rodearme de
este tipo de gente a quienes intentaba salvar constantemente.
Ahora entiendo que detrás de esa actitud había
una tremenda necesidad de salvarme a mí misma.
La antagonista de tu vida
Seguramente has
llegado a escuchar la típica frase de “sé la protagonista de tu vida y no te
quedes como espectadora”, pero ¿cómo ser la protagonista cuando la
antagonista tiene más lineas en el guión?
La antagonista
es esa tú, que no solo le asignaron más escenas en el rol de tu vida, sino que
además le encanta robarse tu ángulo favorito y quedarse con la mejor posición para que le dé
la luz.
Es esa adversaria
que le gusta sabotear cada plan que tienes, cada nueva propuesta, cada nuevo
proyecto, incluso hasta le pone fecha de caducidad a los tiempos de felicidad.
Esta otra tú, que
muchas veces has confundido con la verdadera tú, le encanta ser evasiva,
mentirosa, dramática, ansiosa, imprudente, controladora y hasta intransigente.
Saliendo de los 30, entrando a los 40
Todavía no cumplo los 40 pero estoy a unos
cuantos meses de lograrlo, me han
contado que es una década estupenda, ya te sientes más segura de ti misma y
pisas con más fuerza y determinación aquello que te planteas, al parecer las mujeres por estos años ya
van más claras frente a sus propósitos de vida, y además, dicen que el sexo
es fabuloso; pero nadie me ha contado
sobre cómo le hizo para superar los treinta, nadie me ha dicho de cómo no
quedarle agradecida a una década que te da tanto y justo la que te prepara para
entrar en la madurez de la vida.
Inicio mis treinta con la muerte de mi padre,
qué grandiosa forma de comenzar una década, sí lo sé, estoy siendo irónica,
pero es que luego de casi diez años me doy el lujo de sacar el sarcasmo a
pasear porque aquel dolor me costó tres años en superarlo, es decir, el 30% de esta década me la pasé en duelo
y el resto fue algo así como acomodar el dolor en mi interior para que
aprendiera a vivir con mis aciertos y alegrías, así que en mi equipaje emocional
llevo a cuesta esta tristeza, entre otras tantas que no son tan obvias ni
explícitas.
Sanarte como mujer para ser mejor madre
Muchas de nosotras tuvimos que ser madres
primero antes de asumir una madurez emocional y obtener un sentido más profundo
de la vida. Instintivamente amamantamos, cuidamos, protegemos y hasta criamos
con una gran cantidad de falencias en nuestro interior, y sin saber que veíamos
crecer a nuestros hijos sin crecer nosotras primero por dentro.
Pero ocurre que nuestro pequeño ya no es tan
pequeño y comienza a entender -para nuestro asombro- la vida y sus
complejidades, y eso te incluye, ya no te idealiza y ahora te ve desde la
mirada del entendimiento y sabe que eres un ser humano que también posee
defectos, hay cosas que te irritan de ese ser que adoras más que a nadie y que
te hacen ver cosas tuyas desde su proyección y comportamiento, y se las
criticas, sin darte cuenta que tú también las tienes.
30 minutos en 30 días
Como me gusta seguir las tendencias de mis bloggers
favoritos e inspirarme con ellos, leer artículos a diestra y
siniestra y ser una consumidora de blogs de todo tipo, pude darme cuenta que en este
comienzo de año 2016 hubo dos proyectos de 30 días que seguí al pie de la letra
de dos blogueras, en el mes de enero Aniko Villalba presenta “30 días de escribirme” y luego en febrero Diana Garcés propone “30 días hablando de blogs y productividad”.
Así que tomo estas dos maravillosas iniciativas como inspiración
y propongo para marzo 30 minutos en 30 días, el cual es un proyecto de videos
que estoy realizando este mes y que voy a compartir AQUÍ.
A partir de hoy y en los próximos 30 días les estaré contando sobre mi meta personal de este año: Mi amor propio, lo que estoy haciendo para lograrlo y muchos tips de crecimiento personal que he aprendido en estos dos últimos años llevando a cabo la escritura reflexiva.
A partir de hoy y en los próximos 30 días les estaré contando sobre mi meta personal de este año: Mi amor propio, lo que estoy haciendo para lograrlo y muchos tips de crecimiento personal que he aprendido en estos dos últimos años llevando a cabo la escritura reflexiva.
Cómo la gente te ve
Es cierto, a donde quiera que vayamos o donde
sea que nos encontremos siempre estaremos rodeados de personas que nos amen y
personas que nos detesten, y esto ocurre porque todos tenemos una percepción
distinta de la vida, estarán los que noten tus lados buenos, y otros, los no
tan buenos; porque si hay algo de lo que debemos estar seguros, es que nuestras
partes oscuras existen y muchas veces salen a relucir y hay algunos que las
notan y otros que no las perciben, tal vez porque aquel que se fijó o identificó
con tus partes lumínicas no tuvo la necesidad de profundizar para descubrir
aquellos lugares tuyos en los que no iluminas tanto desde tu personalidad y tu
forma de enfrentar la vida.
Cuando alguien te comienza a distinguir desde
tus lados oscuros, es difícil que llegue a conectarse con tus partes buenas,
estas personas se quedan con una sola percepción y comienzan a enviarnos
mensajes que lo más probable es que rechacemos y hasta nos pongamos en el papel
de victimas de sus desagravios como un mecanismo de defensa propia y tomemos
esa actitud como una condena, pero si comprendes que en muchas oportunidades las
personas que forman parte de nuestras vidas pueden ver cosas de nosotros de las
que quizás hasta ahora ni nosotros mismos nos hemos visto, y puede incluso que
resultemos ser un espejo en el que el otro va descubriendo sus lados no tan
buenos, entonces sabrás que cada persona vino a ti para hacerte ver partes
tuyas muy intrínsecas, a través de lo que el otro te muestra y de lo que ti
percibe.
Balance de fin de año
Culminan estos 365 días y es como
imposible no hacer un balance y reflexionar un poco sobre lo que se ha logrado
y se ha dejado atrás, empezamos a verificar qué tanto nos hemos cumplido y qué
sueños dejamos de soñar, particularmente este ha sido un año muy distinto para
mi, con situaciones que en nada se han parecido a mi vida entera, un año que me
ha mostrado el cambio como ningún otro lo ha hecho, y a pesar de que esté
culminando, no lo siento como tal, porque precisamente el cambio me hace ver
todo como un comienzo y no como un final.
La nueva mujer romántica
La mujer que crea que con su amor puede cambiar a los demás sin primero
haber intentado cambiarse a ella misma, es una antigua mujer romántica, y digo
antigua por no decir arcaica ni retrograda, la mujer de antes jugaba a hacerse
la indispensable para que no la dejaran de amar, la de ahora, ha descartado de
su vida la palabra necesidad.
Si por mucho tiempo te has empeñado en darle a ese hombre lo que eres
incapaz de darte a ti misma, si has perdido conexión con tu ser por desbordarte
de amor y sacrificarte por el mismo motivo, has llevado tu concepción de
romanticismo al lugar equivocado.
Sé que ya te lo he dicho antes, pero es importante recalcarlo, el mejor
romance de tu vida es el que tengas contigo misma, los caminos hacia tu corazón
solo los conoces tú, y al tenerlos claros, podrás conducir a quien llegue a tu
vida, o a quien ya se encuentre en ella, a los linderos de tu alma para
ratificar la felicidad que tú ya posees.
Trabajando duro o durando en el trabajo
Para que una
empresa crezca y dé los mejores resultados, debe procurar que sus empleados
permanezcan el tiempo justo cumpliendo sus labores, pero si las instituciones
siguen aplaudiendo a los que se quedan en largas jornadas laborales hasta que
los ojos irritados del cansancio no den más por las tantas horas frente al
computador, y desalienten a los que cumplan un horario, a la larga tendrán
dentro de su nómina gente frustrada o enfermos que piden reposos para alejarse
de sus puestos de trabajo porque el cuerpo les exige descansar.
Todos somos recuerdo
Crecer
implica saber cuándo nuestra estancia ha caducado en aquellos lugares donde
sentimos que no le pueden ofrecer más a nuestra alma. Cuando se permanece por
mucho tiempo en un espacio que nos va causando ambivalencias emocionales, es
mejor entonces ir caminando hacia el desprendimiento, comprender que el
aferrarse duele y que al soltar se aprende, nos ayuda a dejar con gratitud instantes
de vida donde se avanzó hacia una merecida consciencia.
Buscando el amor propio
Ya llevo rato
haciendo una búsqueda que pareciera fuese fácil pero es definitivamente cuesta
arriba, hay diversas teorías sobre lo que es amarse a uno mismo, pero siempre
termina siendo una experiencia muy personal, íntima y profunda que no puede
compararse con la de nadie más. Cuando se habla de buscar el amor propio es
preciso seguir ciertas rutas, caminos que nos parecen intransitables y angostas
calles empedradas que muchas veces preferimos evitar y tomamos la vía mas fácil,
esa que precisamente nos aleja de nosotros mismos.
Hagamos un
ejercicio e imaginemos que tenemos en nuestras manos un mapa que nos indica
cómo llegar hacia el amor propio, en él se destacan algunas estaciones donde
debemos detenernos y aprender ciertas cosas para seguir nuestro destino. La
primera estación se llama “Aceptarnos
sin juzgarnos”, nada más el nombre mueve algo en nosotros y nos provoca un
extraño ruido que decidimos ensordecer tomando otro camino. En esta estación
debemos aceptar nuestra mente, emociones, esperanzas, sueños, la personalidad
única que nos caracteriza, y lo más importante, aceptar nuestro cuerpo tal como
es, así que sin rechazarnos ni sabotearnos la felicidad, la libertad y el amor,
podemos continuar el camino.
Desde lejos
Desde lejos me
siento frente a mi exigente y hasta terapéutica hoja en blanco y quisiera
llorar sobre ella letras, puedo estar en los más hermosos paisajes, ir al súper
mercado y conseguir lo que quiera, descubrir un lugar donde venden comida deliciosa, pero muchas veces se siente la experiencia incompleta sin
tener al lado a tus seres cercanos para que realmente valga la pena. Puedo estar
en lugares donde hay mucha gente, y aun así, no sentir compañía, a veces miro
como las personas se encuentran, se saludan, conversan, acuerdan volver a
verse, y yo acá, desde lejos, no coincido con nadie a quien otorgarle un abrazo
fraterno, un despedirme al menos con un “nos vemos luego”.
Los hijos: compañeros de la vida
Como
bien lo dijo José Saramago: "Hijo es un ser que Dios nos prestó para hacer
un curso intensivo de cómo amar a alguien más que a nosotros mismos...", y
aunque en nuestras manos esté la majestuosa responsabilidad de educarlos y
guiarlos, no somos sus dueños, no son nuestra propiedad, están con nosotros
para enseñarlos a volar, son compañeros de vida que muchas veces nos vienen a
dar grandes lecciones, pero nos creemos tan superiores que cuando emiten algún juicio o
se comportan de cierta manera, creemos tener sobre ellos la potestad de definir
su personalidad desde lo que somos y no desde lo que ellos pretender ser.
Lo que otros opinan
Evidentemente no he
llegado a la plenitud de mi bienestar, pero escribiendo es como he ido
limpiando los desechos de mi mente, esa acumulación irritante de menudencias se
han ido desbordando en cada letra, así que cuando alguien se refiere en forma
despectiva a mi tan anhelado espacio de soledad, no puedo evitar sentirme un
poco ofendida, pero de inmediato comprendo que a nadie puedo obligar a ver la
vida con mis ojos, que para muchos puede ser poco interesante lo que para mí se
ha vuelto apasionante.
De este lado de la vida
Ya muy cerca de pisar una
nueva década puedo decir que ahora me encuentro en otro lado de la vida, desde
aquí, el mundo ya tiene otra perspectiva, mis mejores años son precisamente
estos, donde la juventud aún me acompaña y la madurez ya se arrima, donde la
experiencia adquirida ha marcado mis emociones y las prioridades ya señalan
otros rumbos, nuevos caminos que marcó la enseñanza dejando atrás rutas bien
recorridas.
En este lado de la vida
es justo donde quiero estar, ya tengo claro a lo que no quiero darle
continuidad, ya no me asocio con la inconformidad, la motivación y el
entusiasmo son los que me van mostrando la etapa más productiva y significativa
de mi vida.
Somos lo que escribimos
Revisando lo que escribí hace más
de diez años, me sorprendo al descubrir en mis letras de aquella época veinteañera,
en donde ya exponía mi deseo de crecer espiritualmente, tal vez desde una
perspectiva más somera, no tan profunda ni consciente, pero igualmente curiosa
y abierta. Desde lo poético que hay en mí, lo romántico siempre fue una
característica predominante, pero gracias al cambio de prioridades y al amor
propio que ha estado anteponiéndose al amor externo, se ha convertido ahora lo
característico en una escritura reflexiva, menos idealizada y más centrada.
Inicié escribiendo sobre
crecimiento personal atendiendo más a una necesidad individual que colectiva,
comencé a darme cuenta que mi colección de heridas estaba afectando también mi
entorno, así que escribiendo me di la oportunidad de limpiar y organizar
emociones añejas que ya nada tenían que ver con este maravilloso presente. La
escritura me ha brindado el conocer aquellos aspectos que llevaba escondidos
debajo del sufrimiento, facetas que fui adoptando durante diferentes
circunstancias de vida y que se han venido conmigo a lo largo de este camino
como si fueran un Yo tan conocido como incierto.
Miremos a la persona controladora
No es culpa nuestra que los controladores anden heridos en su interior ni
tampoco nuestro amor desbocado o comprensión infinita los hará cambiar, lo más
probable es que estén perpetuando un mal ciclo ya vivido en su juventud o en la
infancia y no es preciso que hagamos parte de ese escenario, ni merecemos
llevar esa carga. Así que no esperemos a que el controlador tenga en cuenta
nuestras necesidades, porque vive asumiendo que la decisión ya está tomada, la
cual es preciso deba estar acorde a su conveniencia.
Cuando nuestros padres envejecen
El año pasado mi
madre vino a visitarme, tras una cirugía de muñeca, en la cual sufrió una
severa fractura, se quedó unos días a mi lado para descansar y disfrutar unas
merecidas vacaciones, pero ocurre que me encuentro frente a una mujer más
apaciguada y menos enérgica, cuyo comportamiento no estaba acostumbrada a ver.
Tal vez por el poco contacto cotidiano que mantengo ahora con ella, me
sorprendo al estar junto a una persona que ha preferido detenerse ante la vida
y adoptar la relajación como disfrute.
Nuestros padres
cuando envejecen son seres que se nos transforman y nos regalan otro tipo de
aprendizaje, los conocemos en una juventud incansable, donde nos dedican largas
jornadas, dependemos de ellos para nuestro crecimiento y se convierten en un
duro apoyo que nunca creemos se llegará a resquebrajar, es por ello que cuando
nos paramos frente a frente ante una vulnerabilidad que creímos siempre sería
fortaleza, nos aterramos, porque mientras más años cumplan, más cerca
estamos de despedirlos, comenzamos entonces a pelear internamente entre el amor
que les tenemos y el miedo que obtenemos al perderlos.
Seamos padres emocionalmente presentes
Tuve la suerte de tener una madre con carácter y un
padre emocionalmente presente siempre, entre ambos ocurrió el equilibrio
perfecto para convertirme en una mujer emotiva y determinada. Nunca fui una
niña rechazada, humillada ni excluida, y lo más importante, siempre me sentí
querible y querida.
Hacemos todo lo posible para que nuestros hijos
tengan todo aquello que no tuvimos: los mejores colegios, la comida, la ropa,
los juguetes; pero muchas veces no sabemos diferenciar ese día en que nuestro hijo
comenzó a mirar diferente. La premura de la vida no nos permitió detenernos, y
nos fuimos ausentando hasta que nos hicimos extraños.
El mundo necesita de padres emocionalmente
accesibles, padres afectivamente presentes e involucrados, disponibles para el
cariño, el apoyo, la empatía y el abrazo. Pero es difícil vincularnos
emocionalmente con nuestros hijos si estamos desvinculados de nuestras propias
emociones. Establecer vinculo para conocer la anatomía espiritual de nuestros
hijos a partir de relaciones gratificantes y amorosas, es lo mejor que le
podemos ofrecer para que construyan una sana identidad.
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