Sanando la relación con mi madre

 


El pasado mes de abril llevé a cabo junto con mi amiga Leslye Rivera uno de los talleres de escritura creativa que más me ha costado facilitar, por la intensidad del contenido y por lo doloroso y liberador que fue leer cada carta, este taller se titula Sanando la relación con mi madre.

El taller estuvo dirigido a aquellas mujeres que deseaban sanar el vínculo con mamá y así convertirse en la mejor versión de sí mismas en los distintos ámbitos de sus vidas (familiar, relación de pareja, maternidad, trabajo, vínculos de amistad, etc.).

Nuestra madre es el primer referente que tenemos en nuestra vida, la hayamos o no conocido, hayamos tenido una buena o mala relación con ella o nos haya demostrado o no el amor. Es parte esencial de nuestra configuración como seres humanos y la forma de relacionarnos con el mundo.

Estuvimos en su interior, sabemos perfectamente cómo late su corazón, y aunque creemos que no lo sabemos o que ya lo olvidamos, todo lo que ella sintió durante el embarazo lo llevamos grabado en nuestra esencia.

Tal vez tu madre era sobreprotectora, permisiva o, por el contrario, muy autoritaria. Quizás te halagaba mucho y sonaba falsa, te desvalorizaba, te ridiculizaba frente a los demás, te comparaba con tus hermanos o te dejó a cargo de otros familiares. También puede que haya sido manipuladora, maltratadora o débil ante los demás.

Tal vez te exigía demasiado, te engañaba, era demasiado conflictiva, no confiaba en ti o vivía ajena a tus necesidades. Quizás fue una buena madre dentro de todo, pero al pensar en ella sientes emociones contradictorias.

 

¿Qué pasaría si tu mamá no hubiera sido tu mamá? 

¿Crees que tu vida hubiera sido diferente?


Si alguna vez pensaste que te tocó la mamá equivocada y que la mamá de tu amiga, vecina, prima o quien sea era mejor que la tuya, pues yo estoy aquí para abrirte los ojos y decirte un profundo NO ES ASÍ.


Tu madre ha sido la perfecta para ti, para tu evolución personal y para la vida que viniste a construir, de verdad, créeme, y no me voy a detener en las mil excusas que tengas para decirme que ella fue el error más grande, porque si estás aquí leyendo este post, es porque tu madre hizo, entre tantas cosas, uno de los milagros más grandes: servir de vehículo para que un día tú vieras la luz de la vida. ¡Así de simple!


Venimos de una línea inmensa de mujeres que han viajado a través del tiempo para materializarse en quien eres hoy.

 

Detrás de ti hay historias que se hicieron palpables antes de que tú existieras, mujeres que hicieron posible tu presencia en este planeta y eso sin duda alguna hay que honrarlo, no se puede continuar un camino de autoconocimiento sin que la honra y la aceptación se hagan presentes.

 

Reencontrarte con tus madre, abuela y bisabuela materna a través de lo escrito es importante para saber quién eres y qué viniste a hacer, no importa si no conociste a ninguna de ellas o eres una de esas extrañas personas que tuvieron la suerte de conocerlas a todas.

 

Todas queremos saber de dónde venimos y cuáles fueron nuestras raíces, qué pasó antes de que estuviéramos y qué pasó cuando ya estábamos y no teníamos la capacidad de entender lo que estaba ocurriendo.

 


¿Hacia dónde debes mirar cuando miras tu árbol familiar?


Una de las grandes propuestas del taller de escritura creativa Sanando la relación con mi madre, fue ayudarte a tener la capacidad de voltear a ver tu árbol y hacerlo desde la comprensión, la aceptación y la honra.


Cuando volteas a ver a tu madre, tus abuelas y bisabuelas, te podrías encontrar en una gran disyuntiva, ¿hacia dónde debo voltear? ¿hacia mi lado paterno o hacia mi lado materno?


Muchas veces la fuerza de nuestros nombres nos empujan a mirar hacia un lado específico, desconociendo el otro lado, por ejemplo, si tus nombres vienen del lado paterno, se te olvida mirar hacia el lado materno, porque el nombre que nuestros padres nos colocan, nos inclinan a ver a las personas que llevaron esos nombres antes que nosotras.


Todos tenemos un clan familiar y juntos formamos un campo cuántico, lo que vivieron las mujeres de tu vida se va transmitiendo de útero a útero, y aquello que quedó inconcluso tiende a repetirse.


Sanar significa dejar de repetir y esto quiere decir serle infiel a tu clan familiar. ¿Y cómo serle infiel? Pues esta vez haciéndolo diferente, pero para hacerlo diferente debes hacerte consciente de lo que se está repitiendo, y una de las formas de reconocer estas repeticiones en ti es a través de la escritura o alguna estrategia terapeutica que te ayude a ver lo no visto y lo no nombrado.


Estas cuatro preguntas te pueden ayudar a voltear a ver tu árbol y ver a las mujeres de tu vida:

¿Cuántas historias tendrán tus ancestras?
¿Dónde estás tú dentro de todas estas historias?
¿Cuánto de ellas hay en ti actuando hoy?
¿Qué hay de ti en ellas si no existiera el tiempo lineal?

 


¿Sabías que preguntando puedes llenar los huecos de tu historia personal?

 

Esos huecos que encontramos en nuestra vida muchas veces se llenan de suposiciones que instauramos en nuestra infancia y adolescencia y siguen muy vigentes en nuestra adultez, supuestos como: “mi mamá no me quería” o “no fui reconocida por mis padres”, y es aquí cuando las preguntas conscientes te tambalean y te dicen “¿Es eso cierto o es una creencia que te has estado contando?” tal vez porque nunca preguntaste el porqué de los regaños que tú interpretaste como falta de amor.

Las preguntas correctas son para comprender mejor a nuestra madre, pero también para comprendernos a nosotras y la propia crianza de dónde venimos, y es allí cuando el entendimiento nos hará ver por qué somos miedosas, enojadas, intolerantes o codependientes.

 

Para poder sanar tu linaje femenino, ese que procede de la línea de tu madre, es importante que estés consciente de cómo está conformado tu árbol familiar y saber en qué posición te encuentras tú dentro de este árbol.


Cuando alguien viene para sanarse y despertar, al mismo tiempo está sanando aquellos componentes que resuenan vibratoriamente con ese árbol familiar.



Mi abuela materna fue una mujer paridora que seguramente trajo consigo patrones de sacrificio, cuando me sano para romper patrones repetitivos de dolor, allá donde ella se encuentra la estoy ayudando, la estoy liberando, ya no tiene que sufrir ni volver a pasar por allí, porque es un camino que ahora yo estoy recorriendo desde el reconocimiento y la honra.

 

Ahora comprendo que una de mis misiones es sanar mi árbol familiar y reivindicar a las mujeres de mi vida. Y lo genial es que al liberar a las que me anteceden, también libero a las que me suceden como a mi hermana, mi hija y mi sobrina. ¿Alguna vez te preguntaste que podrías ser tú quien sane a tu linaje femenino?

 

¿Qué tipo de mujeres seríamos nosotras si nuestras madres hubiesen hecho este trabajo previo de sanarse a ellas mismas y sanar a su clan femenino?

 


Este taller estuvo compuesto por 4 conversatorios, 10 cartas y 2 encuentros de zoom. Al sanar la relación con mamá tuvimos que ir hacia el pasado y hacia adentro para poder buscar esa información, algunos senderos fueron muy dolorosos porque tocamos los bordes de las heridas e incluso nos fuimos hacia los linderos de nuestra gestación.

 

No solamente sanamos la relación, sino que también nos fuimos a ver muy de cerca el vínculo, esta fue la carta del día 5, durante la primera semana (que fue la semana gratuita) estuvimos además dando regalos a las mejores cartas, y el quinto día Lédif Torres fue la ganadora y el regalo era publicar su carta en este post y a continuación te la comparto para que veas de qué trató este ejercicio.

 

Carta al vínculo con mamá:

Amado vínculo, gracias por servir como un infinito y eterno hilo conductor y conector de generaciones que se retroalimenta sin parar.

 

Hoy te veo y empiezo a reconocer que aunque te recibí con una energía acumuladora de cargas, miedos y desequilibrios, poco a poco se ha ido transformando en una energía potenciadora de dones, talentos y habilidades. En este momento se están destapando cañerías familiares, se están limpiando los caminos, se está despejando el campo, se está arando la tierra para prepararla para la siguiente siembra, para la siguiente generación. Se están desatando los nudos y se están rompiendo las cadenas. Y todo eso para que tú, amado vínculo puedas brillas, guiar y fluir de forma natural.

 

Está saliendo mucho sucio, están estallando los tumores y mis cuerpos visible e invisible lo están sintiendo con mucha intensidad. Estoy decidida a soportar esta etapa de presión porque sé que nuestro encuentro en la luz es un hecho inminente que nada ni nadie nos va a robar.

 

Antes de escribir esta carta estuve experimentando con símbolos, líneas y colores para tratar de visualizarte en este plano físico y resultó siendo un ejercicio brutal, revelador y esperanzador.

 

Gracias, amado vínculo por escogerme, llamarme y mostrarte. Gracias por aguantar todos estos años escondido debajo de capas y capas de condicionamiento, confusión y estupidez humana (mentiras, abusos, secretos, incoherencias). Gracias por ser guardián de mi propósito de vida y llamarme con tanta fuerza. Aquí estoy y aquí me quedaré agradeciéndote y honrándote hasta el último día de mi vida.

 

Gracias mami por alojar, sembrar, cultivar, cosechar y sostener nuestro vínculo poderoso. Gracias también por soportar la intensidad de la limpieza que está restaurando nuestro vínculo.✨

 

Hoy cierro la semana con una sensación de gozo y agradecimiento que nunca antes había sentido.

 

Gracias a todas 🌸

Lédif Torres

 

Al final del taller y a raíz del último encuentro de zoom tuvimos una gran revelación, supimos lo que significa ser hija.


¿Qué significa ser hija? Cuando eres hija solo tienes que abrirte a recibir. Recibir amor, afecto, cariño, abrazos, protección, contención, apoyo, respeto, seguridad, compañía.


Pero cuando se desestructura el sistema familiar y pasas de hija a ser la mamá de tu mamá, o la mamá de tus hermanos, o la esposa de papá (todo esto de manera inconsciente), dejas de recibir y pasas a dar, pero desde un rol que no te corresponde, por tanto, hay un desgaste energético tremendo.


Los niños son perfectos recibidores, ¿te has dado cuenta? Ellos no se preguntan "¿por qué papá me ha comprado este juguete?" o "¿por qué mamá me hizo mi comida favorita?", no, ellos solo se abren a recibir sin cuestionarse de dónde habrá salido el dinero para el juguete o cuánto habrá tardado mamá en la cocina preparando mi plato favorito.


Sanar la relación con tu madre significa que la reconoces a ella como la grande y la colocas por encima de ti dentro de tu árbol familiar, de esa forma tú podrás colocarte en la posición de receptora y así podrás recibir la energía de vida que emana desde tu árbol hacia ti.


¿Qué quiere decir esto? Que cuando asumes tu rol de hija frente a mamá, comienzas a recibir, ¿recibir qué? amor, afecto, cariño, contención, abundancia, elogios, gratitud, merecimiento, ¿lo recibes de los demás? ¡También! Pero esencialmente esa receptividad llega desde arriba cuando has honrado a quienes te preceden y se coloca en ti para que tú también comiences a dar desde un lugar de abundancia.


Ser hija es simplemente abrirte a recibir todo lo bueno que la vida tiene para darte, pero para ello debes tener la valentía de colocar a tu madre por encima de ti, ayudándola a ella a recibir lo que no pudo recibir de su madre, tu abuela.

 

Cuando tomes consciencia de que tu madre actuó contigo como ella pensó que era correcto y que repitió los patrones relacionales que aprendió de su madre, podrás aceptar sus dolores, sus miedos, su victimismo, su ansiedad, su perfeccionismo, su carácter autoexigente, su necesidad de quedar bien, su interés de meterse en todo, sus duelos no resueltos, sus frustraciones amorosas, su necesidad de complacer a otros y especialmente, aceptar la relación que tuvo contigo.

 

No me quiero ir sin darle un reconocimiento a todas las mujeres que se atrevieron a participar activamente en este taller, no importa si escribieron solo una carta, hicieron la primera semana o hicieron las dos, gracias de verdad gracias.

Gracias por aceptar la invitación a participar en el taller, gracias por escribir tus cartas, gracias por desbordarte, gracias por recibir nuestras retroalimentaciones con amor y respeto.

Gracias por creer en nosotras y entregarte al proceso, si por alguna razón no pudiste seguir, ya sea porque fue muy agobiante, porque creíste que ya habías hecho suficiente, o porque pensaste que todavía no era el momento para continuar, gracias.

Fueron dos semanas intensas pero maravillosas, pudimos hacer en dos semanas lo que nos pudo haber llevado seis meses de trabajo terapéutico.

 

Además, algunas de las participantes no se limitaron solo a escribir, también dibujaron su árbol familiar como el caso de Caroliz y Lédif, y Paulina quien reconstruyó en pintura el lienzo donde sana a las mujeres de su vida.




¿Qué viene ahora? Pues sanar la relación con papá, pero tranquila lo dejaremos para junio, que es precisamente el mes del padre y por supuesto lo haremos en nuestro grupo privado de Facebook.

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