¿Por qué las aguas del puerperio? Porque así lo sentí yo, un oleaje
profundo que por poco me ahoga pero del que logré salir para ahora comprender
mejor el proceso y del que sigo estudiando y reflexionando cada vez que tengo
la oportunidad.
Cansada, maltratada, temerosa y adolorida, así comenzó mi
maternidad, no
me quedó ni la foto de novela con la sonrisa y lágrimas cayendo por mi rostro,
mientras sostenía en mis brazos por un segundo a mi recién nacida, se ve
claramente que no estaba feliz y no precisamente por poder ver a mi hija, sino
por todo lo que sucedió para que llegara a este mundo.
Triste, nostálgica, temerosa nuevamente y con más dolor comenzó mi lactancia,
primero mal agarre y después síndrome de Raynaud ¿será que todas las plagas
de la maternidad me cayeron a mi? Me preguntaba siempre.
Las expectativas se derrumbaron estrepitosamente con una bebé que odiaba la
cuna, el coche y cualquier persona que no fuera yo ¿alguien se la puede llevar
un día? Pensé muchas veces y después lloré unas tantas más por tener esos
pensamientos de “mala madre”.